Page 233 - El cazador de sueños
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           Henry había descubierto que el suicidio tenía voz, y que quería explicarse. La pega
           era  que  no  dominaba  el  inglés;  solía  conformarse  con  cuatro  palabras  mal

           combinadas,  pero  bueno,  por  lo  visto  era  suficiente  con  que  hablara.  Desde  que
           Henry  le  concedía  uso  de  voz  al  suicidio,  su  vida  había  experimentado  mejoras
           enormes. Había noches, incluso, en que conseguía volver a dormir (no muchas, pero

           suficientes);  en  cuanto  a  los  días,  malos,  lo  que  se  decía  malos,  no  había  tenido
           ninguno.

               Hasta el de hoy.
               El cuerpo que conducía el Arctic Cat era de Jonesy, pero lo que se le había metido
           dentro estaba lleno de imágenes e intenciones ajenas. Existía la posibilidad de que
           Jonesy  siguiera  dentro  (Henry  tendía  a  pensar  que  sí),  pero  demasiado  al  fondo,

           demasiado  pequeño  y  con  demasiadas  pocas  fuerzas  para  influir.  Pronto  Jonesy
           habría desaparecido por completo. Seguro que era lo mejor que podía ocurrirle.

               Henry había tenido miedo de ser detectado por la cosa que gobernaba a Jonesy,
           pero pasó de largo sin frenar. Hacia Pete. ¿Y luego? ¿Luego adonde? Henry no quería
           pensar ni preocuparse.
               Al final reemprendió el camino al campamento, pero no porque en Hole in the

           Wall quedara algo, sino porque no tenía ningún otro lugar a donde ir. Al llegar a la
           verja, con su escueto letrero donde ponía CLARENDON, se escupió otro diente en el

           guante, lo miró y lo tiró al suelo. Ya no nevaba, pero el cielo seguía oscuro, y le
           pareció  que  el  viento  recobraba  fuerzas.  ¿No  habían  comentado  algo  por  la  radio
           sobre una tormenta en dos tandas? Ni se acordaba ni estaba seguro de que tuviera
           importancia.

               Oyó a su izquierda una explosión descomunal que lo sacudió todo. Reaccionó con
           una mirada apagada en aquella dirección, pero no vio nada. Se había estrellado algo,

           o  había  explotado.  Justo  en  aquel  momento  dejaron  de  molestarle  algunas  de  las
           voces. Ignoraba si estaban relacionadas las dos cosas, y si a él le afectaba en algo.
           Franqueó la verja abierta, pisando la nieve prensada del surco que había dejado el

           Arctic Cat, y se acercó a Hole in the Wall.
               Seguía  oyéndose  el  zumbido  del  generador,  y  sobre  la  losa  de  granito  que  les
           servía  de  felpudo  estaba  abierta  la  puerta.  Henry  permaneció  un  rato  fuera,

           examinando la losa. Primero le pareció que había sangre, pero ni fresca ni seca tenía
           la sangre aquel lustre rojizo tan peculiar. No, lo que veía era una especie de sustancia
           orgánica, como musgo o alguna clase de hongo. Y algo más…

               Levantó la cabeza, dilató la nariz y olfateó, despertando en su mente el recuerdo
           tan claro como absurdo de estar en Maurice's hacía un mes, con su ex mujer, de oler
           el vino que acababa de servir el sommelier, ver a Rhonda al otro lado de la mesa y



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