Page 226 - El cazador de sueños
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tripulación. Vio que la distancia ya empequeñecía al Kiowa. Kurtz, al margen de sus
peculiaridades mentales, no era tonto. Y poseía un instinto de primera.
—Pero jefe…
Era Deforest, que más que decepcionado estaba hecho una fiera.
—Repito, repito, recupera la posición anterior, Blue Group, recupera…
La explosión le clavó al respaldo del asiento y lanzó al Chinook hacia arriba
como si fuera un juguete. En pleno estallido, Owen oyó las palabrotas de Tony
Edwards, que forcejeaba con la palanca. Detrás se oían gritos, pero, si bien estaba
herida casi toda la tripulación, la única baja fue Pinky Bryson, que se había asomado
para tener mejor visión y se había caído por culpa de la onda expansiva.
—Ya lo tengo, ya lo tengo, ya lo tengo —repetía Tony; pero a Owen le pareció
que tardaba como mínimo treinta segundos en dominar el aparato, y parecían horas.
El himno ya no sonaba por los altavoces: mal presagio para Conk y los del Blue Two.
Tony hizo dar media vuelta al Blue Boy Leader, y Owen vio que el plexiglás
estaba agrietado por dos puntos. Detrás seguía chillando alguien. Resultó que Mac
Cavenaugh se las había arreglado para quedarse sin dos dedos.
—¡La madre que me parió! —murmuró Tony—. Jefe, nos ha salvado el cuello.
Gracias.
Owen apenas le oyó. Miraba hacia atrás, hacia los restos de la nave, que se había
partido como mínimo en tres trozos. No se podía ver con claridad, porque se había
levantado toda la porquería y el aire estaba turbio y de color naranja. Los restos del
helicóptero de Deforest se veían un poco mejor. El aparato estaba tumbado en el
barro, rodeado de burbujas que explotaban. En el lado de babor, un pedazo largo de
hélice rota flotaba en el agua como un remo gigante de canoa. A unos cincuenta
metros había más hélices negras y torcidas sobresaliendo de una bola de fuego
blancuzco. Eran Conklin y Blue Boy Two.
En la radio, crepitaciones y pitidos. Blakey, en el Blue Boy Three.
—¡Eh, jefe, jefe, que veo…! —Tres, aquí Leader. Orden de…
—Leader, aquí Tres. Veo supervivientes, repito, veo supervivientes. Veo
supervivientes de Blue Boy Four, como mínimo tres… no, cuatro… voy a bajar y…
—Negativo, Blue Boy Three. Ni hablar. Recupera la posición más cincuenta; no,
orden anulada, posición más ciento cincuenta, uno cinco cero. ¡Ahora mismo!
—Señor… digo jefe, es que… veo a Friedman, y ¡coño, que se está quemando…!
—Atento, Joe Blakey.
La voz rasposa de Kurtz era inconfundible. Se había apartado de la porquería roja
con bastante antelación. Casi como si supiera lo que iba a pasar, pensó Owen.
—O te piras ahora mismo o te garantizo que la semana que viene estarás
limpiando caca de camello en un país donde haga cincuenta grados a la sombra y esté
prohibido beber alcohol. Corto.
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