Page 568 - El cazador de sueños
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Owen no tuvo más remedio que bajar a treinta y pocos kilómetros por hora. Le ponía
histérico ir tan lento, pero ahora nevaba mucho y la visibilidad era casi igual a cero.
Justo antes de que desaparecieran del todo las huellas del Subaru, encontraron el
propio automóvil metido de morros en una zanja transversal hecha por el agua, con la
puerta del copiloto abierta y las ruedas traseras en el aire.
Owen pisó el freno de emergencia, sacó la pistola y abrió la puerta.
—Tú quédate, Henry —dijo al salir.
Corrió agachado hacia el Subaru.
Henry se desabrochó el cinturón y se giró hacia Duddits, que ahora estaba
reclinado en el asiento trasero y respiraba con dificultad. Sólo permanecía sentado
gracias al cinturón. Tenía una mejilla amarillenta, como de cera, mientras que la otra
se había inundado de sangre debajo de la piel. Volvía a sangrarle la nariz, y se le
habían empapado de rojo los algodones que tenía metidos en los agujeros.
—Lo siento mucho, Duds —dijo Henry—. Esto es una tocada de cojones.
Duddits asintió y levantó los brazos. Sólo pudo mantenerlos en alto unos
segundos, pero a Henry le pareció evidente el significado del gesto.
Henry abrió la puerta y salió justo cuando volvía corriendo Owen, que ahora
llevaba la pistola metida en el cinturón. Caía tal cortina de nieve, y eran tan enormes
los copos, que costaba respirar.
—¿No tenías que quedarte dentro? —dijo Owen. —Sólo quería ir detrás, con él.
—¿Por qué?
Henry habló con bastante serenidad, a pesar de que le temblaba un poco la voz.
—Porque se está muriendo —dijo—. Se está muriendo, pero me parece que primero
tiene que decirme algo.
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