Page 94 - El cazador de sueños
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Henry no se había atrevido a esperar que fuera tan fácil. De hecho, en cuanto la
tuvieron a ella encima de la lona, fue coser y cantar. Era una mujer robusta, pero se
deslizaba por la nieve como aceite. Henry se alegró de que no hubiera tres o cuatro
grados más de temperatura, porque la nieve pegajosa habría cambiado mucho la
situación. Otra ventaja evidente era hallarse en un tramo recto de camino.
Ahora les llegaba la nieve hasta el tobillo, y caía más que antes, pero también
eran mayores los copos. «Ya para», se decían de niños al ver así los copos,
desilusionados.
—Oye, Henry…
A juzgar por la voz, Pete estaba casi sin aliento, pero daba igual, porque tenían el
refugio justo delante. Pete caminaba con rigidez, para que no volviera a fastidiársele
la rodilla.
—¿Qué?
—Últimamente pienso mucho en Duddits. ¿Es raro?
—Entonces seríamos raros los dos —dijo Henry.
—¿Por qué lo dices?
—Porque yo también pienso mucho en Duddits, y desde hace bastante tiempo. Al
menos desde marzo. Pensábamos ir a verle Jonesy y yo…
—¿Sí?
—Sí, pero fue cuando Jonesy tuvo el accidente…
—No sé ni cómo le habían dado el carnet al cabrón del viejo que le atropello —
dijo Pete, sombrío y ceñudo—. Jonesy tiene suerte de estar vivo.
—Clarísimo —dijo Henry—. En la ambulancia se le paró el corazón. Tuvieron
que hacerle un electroshock.
Pete se quedó pasmado y abrió muchos los ojos.
—¿En serio? ¿Tan mal estaba? ¿Le faltó tan poco? Henry temió haber sido
indiscreto.
—Sí, pero te aconsejo que no se lo digas. A mí me lo contó Carla, pero dudo que
lo sepa Jonesy. Yo nunca…
Hizo un gesto vago con el brazo, y Pete asintió con perfecta comprensión. «Yo
nunca le he notado que lo sepa», había querido decir Henry.
—Pues no abriré la boca —dijo Pete.
—Mejor para todos.
—O sea, que no llegasteis a visitar a Duds. Henry negó con la cabeza.
—Con todo el follón de Jonesy se me fue de la cabeza. Luego ya era verano, y
bueno, lo típico…
Pete asintió.
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