Page 17 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.



                  autores de épocas remotas; ese sí sabe, prosiguió Felucho, vamos a consultarle a Pascual, y

                  olvídense del tal Ismet, aunque Carlitos el de Geña se caliente.

                         Mencho,  mientras  tanto,  celebraba  su  cumpleaños  y  estaba  “palo  y  palo”,

                  reclamándole a Matías el Ñeco, porque éste le había tomado la silla donde estaba sentada
                  Blanquita, la de Aura Romero; Blanquita se había parado al observar la presencia de Luis

                  Rojas (el Cuchero), quien también, atraído por la música, se vino desde la “Competidora” a

                  disfrutar de aquel espectáculo, sin sospechar que ahí se iba a encontrar con la joven a quien
                  comenzaba a admirar.


                         -Esa  silleta  se  la  fui  yo  a  buscar  allá  adentro  para  que  Blanquita  la  de  Aura  se

                  sentara, Matías, así que párate de ahí y dále la silleta a ella, ¿tú no sabes que las damas
                  siempre  son  lo  primero?,  ¿ah,  Matías?,  argumentaba  Mencho,  disputándole  la  silla  a

                  Matías, quien no quería entender los argumentos del viejo cumpleañero.


                         -¡Mira, ahí viene Perrunga, vamos a pedirle que cante una gaita!, le dijo Tibita a
                  Luis Cuchero, quien aun mirando a Blanquita, estrechaba la mano de su viejo amigo. Yo te

                  apuesto,  Luis,  a  que Perrunga  canta  la  única  gaita  que  se  sabe”,  insistía Tibita,  el  de  la
                  Mayora, ante Luis Cuchero, ambos muertos de risa. -¡Ah, Perru!, ¡párate ahí!, ¡échate una

                  de  las  tuyas!,  le  grita  Tibita  a  Perrunga.  -¿Qué  gaita?”,  responde  Perru.    -¡Sí,  claro!,

                  contesta Tibita al rompe, y Luis Cuchero va a exigirle a los músicos que entonen una gaita
                  margariteña, porque va a cantar Perrunga, y Tibita que se moría de la risa, porque Perrunga

                  iba a cantar la única décima que el pobre se sabía. Los músicos, ahora con la incorporación
                  de Ronald, el de Matáo, ejecutando el bajo, dan las notas de una gaita margariteña y la voz

                  de Perrunga no se hizo esperar, cantando:











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