Page 18 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.



                                                 Aquel hombre que está allá
                                               Reinando en tus tiernas plantas,
                                                  Que pierda las esperanzas
                                                   Que, niña, no te hallará;
                                                     A ti te gocé yo ya,
                                                    Y te dejé por traidora,
                                                   Por falsa y engañadora,
                                                 Por no ser mujer constante,
                                                   Retírate con tu amante,
                                                   Bonita que andas ahora.

                         Y Tibita, que se moría de la risa, porque Perrunga había cantado la única gaita que

                  el pobre se sabía.


                         -¡Cántate la otra, Perru!, le gritaba Tibita, quien tímidamente se reía, sin percatarse,
                  tal vez, de la ironía del hijo del Mayor y la Mayora.


                         -Oye, ¿tú te diste cuenta como se le rebrotaron las venas del pescuezo a Perrunga

                  cuando cantaba?, le dijo Manegro, el de Carmen la de Eustacia, a su hermano Santos, quien
                  le respondió: ¡Sí, vale!, le rebrotaron esas venas del pescuezo que se parecían a las cuerdas

                  del mapire de Ricarda la vallera cuando lo trae al pueblo repleto de litros de leche para la
                  venta”.


                         -¿Tú  oíste  la  canta  de  ese  mozo?,  inquirió  Carmen  Nona  a  Toña  la  de  Domitila,

                  ¡qué insolencia, Toña!, ¡este mundo está perdido!, ¡qué desgracia!


                         -¡Mi  madre,  Nona!,  ¿y  qué  fue  lo  que  dijo  Perrunga  en  su  canta?,  además,  no
                  sabemos a quién se refirió él en esa gaita, ¡por Dios, mujer!, opinó Toña.


                         -Mira Toña, esa canta de ese mozo es con Otilia, la de Felipa Amadora, porque eso

                  lo sabe Dios y todo el mundo, que ellos tuvieron amores hasta antier, y ella lo dejó a él
                  porque se enamoró de un vallero llamado Melesio,  el  mismo  que le montaba el  burro a

                  Eustacio Camejo cuando habían carreras de burro en el pueblo, eso lo sabe Dios y todo el

                  mundo, que esa canta es con ella, ¡eso a mí no me lo quita nadie!, ¡ay Toña, mujer, que
                  sabes tú de mundo!




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