Page 97 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
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que oficina o su fábrica vuelva a abrir sus puertas.
                          La gente ha olvidado completamente el lenguaje de la
                   relajación. Le han hecho olvidarlo.
                          Todo niño nace con aptitud innata; no tiene que enseñarle al
                   niño cómo relajarse. Fíjate bien en el niño: está relajado, se ha
                   abandonado. Pero tú no lo vas a dejar disfrutar de este estado
                   paradisíaco. Te pondrás a educarlo. Todo niño es primitivo, sin
                   educar. Los padres, los maestros y todo el mundo se empeña en
                   educarlos de modo que formen parte de la sociedad. A nadie le
                   importa que la sociedad esté totalmente desquiciada. Lo bueno
                   sería que el niño se quedara como está, que no se le iniciara para
                   formar parte de la sociedad y de su supuesta civilización.
                          Pero el caso es que, con las mejores intenciones, los padres
                   no pueden dejar en paz al niño. Le tienen que enseñar a trabajar, a
                   ser productivo, a ser competitivo. Tienen que enseñarle: “Si no
                   llegas a la cima nos vas a decepcionar”. Así, todo el mundo se
                   apresura para llegar a la cima. ¿Cómo puedes relajarte?
                          Conozco una bonita anécdota de cuando se pusieron por
                   primera vez las vías del tren en la India. El ingeniero británico que
                   estaba supervisando los trabajos en curso estaba asombrado de ver
                   que cada día un joven indio, un aldeano, llegaba y se tumbaba a la
                   sombra de un gran árbol a ver trabajar a los obreros y a oír las
                   órdenes que recibían del ingeniero. Estaba intrigado: quién será
                   este tipo tan raro que viene todos los días. Trae su almuerzo, se lo
                   come, hace siesta y duerme toda la tarde a la sombra de un árbol.
                          Al final, el ingeniero no pudo resistir la tentación y le preguntó
                   al lugareño: “¿Por qué no te pones a trabajar? Ya que vienes todos
                   los días, desperdicias tu tiempo ahí mirando”.
                          “¿Para qué voy a trabajar?”, respondió el aldeano.
                          “¡Para ganar dinero!”, explicó el ingeniero.
                          Preguntó entonces el aldeano: “¿Pero qué voy a hacer con el
                   dinero?”.
                          El ingeniero replicó: “Tonto, ¿no sabes lo que puedes hacer
                   con el dinero? Cuando lo tienes, puedes relajarte y disfrutar”.
                          El pobre aldeano respondió: “¡Qué raro, el caso es que ya
                   estoy relajado y disfrutando! Vaya un rodeo tan grande que hay que
                   dar: trabajar duro, ganar dinero, para conseguir disfrutar y estar
                   relajado. ¡Pero es que yo ya tengo eso!”.
                          Los niños nacen con la aptitud innata y natural de
                   abandonarse. Están completamente relajados. Por eso son tan
                   bellos. ¿No te lo has planteado nunca? Todos los niños, sin
                   excepción, poseen una gracia inmensa, gran elegancia y belleza.
                   Pero estos niños van a crecer, entonces toda esta belleza y esta
                   gracia tenderá a desaparecer.
                          Es muy difícil encontrar adultos tan gráciles; con la misma
                   belleza, con la misma elegancia. Si puedes encontrar a un hombre
                   de inocencia y tranquilidad, habrás hallado a un sabio.
                          Así es como en Oriente reconocemos al sabio: es aquél que ha
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