Page 99 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
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Un joven atleta se presentó en la casa: “Aquí me tiene; ¿
                   dónde está el niño?”. Hacia la mitad de la jornada, el atleta estaba
                   agotado. Ya tenía dos fracturas, porque todo lo que hacía el niño lo
                   tenía que hacer él. Para el niño todo esto suponía un reto: ¡
                   Adelante! Se ponía a saltar innecesariamente, y el atleta debía
                   hacer lo mismo; se subía a un árbol, el atleta debía trepar; el niño
                   saltaba del árbol, el joven tenía que hacer lo mismo. Y así
                   continuamente. El niño se olvidó completamente de comer, se
                   olvidó de todo, estaba muy entretenido con los apuros del atleta.
                          Al llegar la tarde, el atleta se dio por vencido. Le dijo al
                   psicoanalista: “Quédese con el dinero. Ese hijo suyo habrá acabado
                   conmigo al final del día. Estoy listo para el hospital. Ese niño es un
                   peligro. No vuelva a hacer este experimento con nadie”.
                          Los niños tienen una energía tremenda; aún no les ha llegado
                   la tensión. ¿Has observado a un niño durmiendo? ¿has observado a
                   un niño chupándose el pulgar, disfrutando, soñando hermosos
                   sueños? Todo su cuerpo es un absoluto dejarse ir.
                          Así ocurre –es un hecho reconocido- cada día, en todas partes
                   del mundo: los borrachos se caen pero no se rompen nada. Por la
                   mañana se les encuentra en el andén y se les lleva a casa. Pero se
                   siguen cayendo. Los borrachos no se harán daño, porque no saben
                   que  se  están  cayendo,  no  se  ponen  tensos.   Es la tensión la
                   que




                   * Si tu mano izquierda está tensa, lo estará el lado derecho de tu cerebro.

                   Provoca que te rompas algo. Si te caes de una manera relajada no
                   te harás daño. Los borrachos lo saben, los niños lo saben; ¿cómo es
                   que tú lo has olvidado?
                          Empieza desde la cama, todas las noches; lo harás con
                   facilidad al cabo de unos cuantos días. Una vez que hayas
                   descubierto el secreto –nadie te lo puede enseñar, tendrás que
                   indagar en el interior de tu propio cuerpo-, incluso durante el día, a
                   cualquier hora, podrás llegar a relajarte. Y ser maestro de la
                   relajación es una de las experiencias más hermosas que existen en
                   el mundo. Es el principio de un gran viaje hacia la espiritualidad,
                   porque cuando te hallas en un estado de abandono total, ya no eres
                   un cuerpo.
                          ¿Te has dado cuenta alguna vez de un curioso detalle: que
                   sólo eres consciente de tu cuerpo cuando existe alguna tensión,
                   alguna tirantez, algún dolor? ¿Has sido consciente alguna vez de tu
                   cabeza sin tener dolor de cabeza?
                          Si todo tu cuerpo está relajado, simplemente te olvidas de
                   que lo tienes. Al olvidarte del cuerpo surge el recuerdo de un nuevo
                   fenómeno que está oculto dentro de él: tu ser espiritual.
                          Abandonarte es la manera de saber que eres más que cuerpo,
                   que eres algo eterno, inmortal. No hay necesidad de ninguna otra
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