Page 104 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
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hay necesidad de plantear ninguna oposición; deja que la
                   comodidad sea la regla. El cuerpo es hermoso regalo de Dios y
                   luchar contra él es renegar del mismo Dios. Es un santuario…
                   debemos venerarlo; es un templo. Existimos dentro de él y
                   debemos cuidarlo al máximo; es nuestra responsabilidad.
                          Hazlo durante siete días… Parecerá un poco absurdo al
                   principio porque no se nos ha enseñado nunca a hablar con nuestro
                   cuerpo; pero a través de él suceden los milagros. Ya están
                   sucediendo sin saberlo nosotros. Cuando te digo algo, mis manos lo
                   siguen con un gesto. Te estoy hablando: es mi mente que te está
                   comunicando algo. Pero mi cuerpo la sigue. El cuerpo está en
                   compenetración con la mente.
                          Cuando quieres levantar la mano, no tienes que hacer nada;
                   simplemente la levantas. Con la sola idea de que quieres levantarla,
                   el cuerpo obedece; es un milagro. Lo cierto es que ni la biología ni
                   la fisiología han sido capaces de explicar cómo ocurre. Porque una
                   idea es una idea; quieres levantar la mano: una idea. ¿Cómo llega
                   esta idea a transformarse en un mensaje físico a la mano? Y
                   además no lleva tiempo en absoluto; una décima de segundo;
                   algunas veces sucede sin intervalo de tiempo.
                          Por ejemplo, estoy hablando contigo y mi mano sigue
                   colaborando; no hay intervalo de tiempo. Es como si el cuerpo
                   corriera en paralelo con la mente. Es muy sensible. Uno debería
                   aprender a hablarle; resolvería muchas cosas. Es lo primero que
                   hay que hacer. Siéntate cómodamente, pon una luz tenue o
                   indirecta, como quieras, pero que no deslumbre. Diles a todos que
                   durante veinte minutos no te molesten, ninguna llamada telefónica,
                   nada de nada… como si en esos veinte minutos el mundo
                   desapareciera. Cierra las puertas, relájate en la silla con ropa
                   holgada, que no te apriete por ningún sitio, y empieza a sentir
                   dónde está la tensión. Encontrarás muchos puntos de tensión.
                   Primero hay que relajar dichos puntos, porque si el cuerpo no está
                   relajado, tampoco puede estarlo la mente. El cuerpo se convierte en
                   el vehículo de la relajación.
                          Siempre que sientas tensión, toca tu cuerpo con profundo
                   amor, con compasión. El cuerpo es tu criado, pero no tienes que
                   pagarle nada; es simplemente un regalo. Pero tan complicado, tan
                   extremadamente complejo que la ciencia todavía no ha sido capaz
                   de crear nada parecido. Pero a nosotros nos da lo mismo; no
                   amamos nuestro cuerpo. Al contrario; nos fastidia.
                          Los llamados santos les han enseñado tantas tonterías a la
                   gente: que el cuerpo es su enemigo, que el cuerpo es su
                   degradación, que el cuerpo la hunde, que el cuerpo es pecado; todo
                   él es pecado. Si quieres cometer un pecado, el cuerpo ayuda, qué
                   duda cabe. Pero la responsabilidad es tuya, no del cuerpo. Si
                   quieres meditar, el cuerpo está dispuesto a ayudarte a eso también.
                   No es culpable de nada. Toda la responsabilidad la tiene tu propia
                   consciencia; pero siempre tratamos de encontrar chivos expiatorios.
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