Page 105 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
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El cuerpo ha hecho durante mucho tiempo el papel de chivo
                   expiatorio. Puedes decirle lo que sea, al cuerpo le da igual. No toma
                   venganza, no puede responder, no puede decirte que estás
                   equivocado. Pero digas lo que digas, no habrá reacción en contra
                   por parte del cuerpo.
                          Haz un recorrido por todo el cuerpo, rodeándolo de todo el
                   cariño posible, con profunda simpatía, con mimo. Esto llevará al
                   menos cinco minutos, y te sentirás muy lazo, muy relajado, casi
                   dormido. Orienta entonces tu percepción hacia la respiración:
                   respira relajado.
                          El cuerpo es nuestra parte exterior, la consciencia, la interior
                   y la respiración, el puente que los une. Por eso, una vez que ella
                   desaparece, la persona muere; porque el puente se rompe; ahora
                   ya el cuerpo no puede funcionar como tu casa, tu morada.
                          Cuando el cuerpo esté relajado, cierra los ojos y observa la
                   respiración; relájala también. Ten una pequeña charla con ella:
                   “Relájate por favor. Con naturalidad”. Verás que cuando digas:
                   “Relájate por favor”, sentirás como un sutil chasquido. Por lo
                   general, respirar se ha convertido en algo poco natural, hemos
                   olvidado cómo relajar la respiración porque estamos
                   permanentemente tensos y se ha convertido en algo habitual que a
                   la respiración le pase lo mismo.
                          Dile dos o tres veces que se relaje y después quédate en
                   silencio.


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                                                    LA PUERTA HACIA
                                                     LA PERCEPCIÓN


                           Millones de personas viven según el espejo. Creen que lo que
                    ven en él es su rostro. Creen que así es su nombre, que ésa es su
                                            identidad y ahí acaba todo.
                           Tendrás que adentrarte un poco más. Tendrás que cerrar los
                   ojos. Tendrás que mirar en el interior. Tendrás que llegar a estar en
                    silencio. A menos que llegues a un punto de silencio absoluto en tu
                      interior, no llegarás nunca a saber quién eres. Yo no te lo puedo
                    decir. No hay manera de decirlo. Todo el mundo debe descubrirlo.
                           Pero eres alguien; no hay duda de eso. La cuestión es: cómo
                    alcanzar tu esencia más profunda, cómo encontrarte a ti mismo. Es
                        lo que he estado enseñando todos estos años. Lo que llamo
                      meditación no es otra cosa que un recurso para encontrarte a ti
                                                        mismo.
                              No me preguntes. No preguntes a nadie. La respuesta la
                   tienes dentro de ti mismo y para descubrirlo, debes adentrarte en lo
                      más hondo de tu ser. Está tan cerca: tan sólo un giro de ciento
                                   ochenta grados y te encontrarás con ello.
                           Te sorprenderás al ver que no eres tu nombre, o tu rostro, o
                                    tu cuerpo, que ni siquiera eres tu mente.
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