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JSábado, 10 de Julio.





                      El  calor  del  agua  hirviendo  proveniente  de  una  olla  es  lo  que  menos  ayuda  ahora  con  las

                      ganas de dormir que cargo sobre la espalda, ganas que por muchas que tenga y por mucho


                      que me tumbe a descansar, no cesan. El nerviosismo de saber que, después de todos estos

                      días navegando, por fin, han divisado la dichosa isla del tesoro me tiene a mil desde anoche y

                      hoy, por fin, es el día en el que desembarcaremos para buscarlo, después de pasar toda la


                      noche en las orillas de la playa para ver si a algún nativo se le ocurría atacarnos. Como no ha

                      pasado y tenemos el visto bueno del capitán para explorar, me ato bien mis botas y sigo a mis


                      compañeros hasta penetrar en una enorme selva virgen, de colores vivos y especies exóticas

                      de plantas, nunca había visto nada igual. Justo como el mapa nos indicaba, en medio de esta


                      se  halla  una  cueva,  bastante  profunda,  donde  en  teoría  el  tesoro  yace  enterrado  y  oculto.

                      Nadie dice nada y todos empiezan a excavar y a buscar.








                      Domingo, 11 de Julio.





                      Creo que la sensación de embarcar con el botín es sin duda indescriptible. Saber que todos

                      esos días en el mar, trabajando, buscando, prácticamente sin dormir para no perder el rumbo


                      ha  valido  la  pena.  Todo  por  ese  cofre  lleno  de  oro  que  necesita  ser  cargado  por  cuatro

                      hombres hasta el barco. Es una pena que no pueda sentir todo eso en mi propia piel, porque


                      al final no encontramos más que calaveras y polvo… Es también indescriptible, esta sensación

                      de fracaso que solo nos permite añorar que los días venideros sean mejores y que con el

                      tiempo  se  calme  este  desasosiego  de  no  haber  alcanzado  nuestra  meta.  En  realidad,  lo


                      hicimos, pero sin cobrar la recompensa esperada. Igualmente ha sido toda una aventura, sin

                      frutos, pero una aventura al fin y al cabo. Espero repetirla, pero que esta vez tenga un destino


                      y un premio más cautivador, ¿Quién sabe? Dicen que las playas del caribe son muy bonitas.












































































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