Page 245 - La introduccion de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia.indb
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La Tercera eTapa   239

               ardillas no viven en los sicomoros, sino en las hayas, robles y demás, en los bosques densos
               donde hay mucho follaje. Y yo estaba caminando por un arroyo, y me pareció ver una ardilla
               en el lado de una pequeña colina. Y hay campos de maíz allí, y los agricultores de maíz estaban
               recogiendo su maíz, muchos de ellos allí recogiendo maíz. “Bueno (dije), no hay ardillas esta
               mañana”. Y por aquí no hay más que un gran matorral de algarrobas, que no es nada allí para
               una ardilla. Los viejos nogales, todas las hojas se habían ido, estaban desnudos, y no había
               ardillas para estar allí. Y dije: “Bueno, supongo que me sentaré aquí un poco, para calentarme”.
               Porque sólo tenía una camisa puesta y ningún abrigo. Y me senté entre los dos árboles, donde
               me daba el sol, subí los pies al otro árbol, y estaba en una posición bastante cómoda. Pensé:
               “Tal vez voy a tomar una pequeña siesta”. Y tengo un pequeño reloj despertador, y pensé:
               “Pondré ese reloj ahora para que me avise si me duermo, y recogeré al Sr. Wood y al Sr.
               Sothmann a la hora apropiada”, porque estaban más lejos en el camino, en otro bosque. Así que
               programé mi pequeño reloj, y me coloqué junto a este árbol.
                   35  Y justo cuando me agaché para calentarme, esa Escritura vino a mí de nuevo: “Todo lo
               que hables, cree que lo que has hablado se cumplirá; y puedes tener lo que hablas”. “Bueno
               (pensé), ¿por qué sigue viniendo a mí esa Escritura cuando no puedo predicar sobre ella (porque
               no sé nada de ella)? No podría ir ante una congregación y tratar de explicar esa Escritura”.
               Bueno, me quedé ahí un poco; pensé: “Sólo hay una cosa que hacer. Si alguna vez me llaman
               para predicar sobre ese tema, esta es la manera en que lo haré. Diré: ‘Jesús les dijo eso a los
               discípulos y les dio esa autoridad; eso fue como un año y seis meses antes de que se hiciera la
               Expiación. Así que, si no estaba en la Expiación, era el otro lado de la Expiación’. Así que si
               alguien alguna vez me pregunta eso, simplemente les diré que fue el otro lado de la Expiación;
               es lo único que sé. Porque Jesús todavía estaba vivo; la expiación no estaba hecha y Él no había
               sido herido por nuestras transgresiones, ni por Sus heridas habíamos sido curados todavía. Así
               que sólo les dio ese poder al otro lado de la expiación.”
                   36  Y entonces, de repente, Algo me habló y dijo: “¿Y los profetas?”. Entonces empecé a ver;
               se me empezó a revelar. “¿Qué crees que ha tenido lugar en la reunión cuando estás ahí de pie?
               ¿Crees que eres tú el que conoce a esas personas? ¿Crees que eres tú el que puede predecir y
               decir a esas personas que van a hacer una cosa determinada, y una cosa determinada que les
               ha sucedido, y una cosa determinada que les sucederá? ¿Crees que eres tú quien lo dice?”. Oh,
               vaya. Eso significa mucho; nunca me ha abandonado.
                   Y pensé: “Ciertamente no, Señor. Eres Tú”.
                   —“Bueno, entonces, ¿crees que eres tú quien habla?”.
                   —“No”.
                   —“¿Crees que son los profetas los que hablan? ¿No acabas de predicar sobre el tema de
               que los profetas fueron tan ungidos con el Espíritu Santo que no fueron ellos los que hablaron;
               fue el Espíritu Santo en ellos el que clamó? Entonces cualquier cosa que digas, si estás ungido,
               no serías tú el que lo dijera: sería el Espíritu Santo el que lo dijera”.
                   “Bueno (pensé), si eso puede… Es cierto. Si la persona, a través de la Expiación, santificada
               por la Sangre de Jesucristo, puede vivir en una esfera con Dios tan cercana que puede ser
               envuelta tan completamente en Dios, por la Sangre de Jesús, que no sería él hablando, sería el
               Espíritu Santo hablando estas cosas”.
                   37  Y apenas había dicho eso, la unción del Espíritu Santo me impactó como nunca antes lo
               había hecho en toda mi vida. Dios lo sabe. Quedé parado en mis pies; me asusté. Y Algo me
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