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244 La introducción de La Segunda Venida de criSto a Su igLeSia
algo así, y diría una mentira al respecto? Dios no lo quiera, ¡qué hipócrita!”. Y pensé: “¿Cómo
podría un hombre que me ama, y un hombre de ese calibre…?, un hombre que su esposa yacía
moribunda en el suelo y los médicos se habían alejado de ella, se acercó y ofreció una oración
por ella, se levantó y fue a la iglesia conmigo. ¿Cómo pudo cuestionar mi palabra? ¿Cómo
pudo decir eso?”. Y los otros hermanos lo captaron.
49 A la mañana siguiente, en la mesa, temprano, antes del amanecer, dijo: “Bueno, hermano
Branham, subiremos a buscar su ardilla; de todos modos, hoy conseguiremos una, porque
estará allí”. Yo dije: “Hermano Tony, usted no entendió. Cuando yo hablé bajo la inspiración,
yo dije tres ardillas. Esa cuarta no tuvo nada que ver”.
“Oh (él dijo), ella está en ese tronco de todos modos; nosotros sabremos por eso”.
Miré al otro lado de la mesa y pensé: “Hermano Tony, ¿dudarías de que te dijera la verdad?”.
Y no lo dije. Los hermanos se miraron entre sí. Fuimos al bosque. Y cuando empezamos a dejar
los carros por diferentes caminos, bueno, yo pensé que yo subiría y tomaría mi ardilla, si ella
estaba allí. Y pensé: “Volvería y se lo diría al hermano Tony”. Pero algo me presionaba. Y fui
a… Ahora, eso fue justo una semana antes de venir aquí. Y subí; y cuando comencé a subir
algo me dijo: “¿Qué si esa ardilla no está allí? ¿Ahora qué? Y allí tu propio diácono dirá que no
está bien”. Ahora, el Señor sabe, estas palabras son verdaderas; exactamente, perfectamente, a
lo mejor de mi conocimiento en mi corazón.
Y empecé a caminar, y pensé: “Bueno, espero que esté allí. Eso es algo seguro; ciertamente
lo espero”. Nunca he dicho nada sobre esa ardilla; era… Todos ustedes entienden, ¿cuántos
entienden de qué se trataba? Claro. De las tres ardillas es de lo que había hablado. La cuarta no
tenía nada que ver. Pero el Señor sabe cómo entrenar y qué hacer.
50 Así que subiendo, esa unción me impactó de nuevo y me dijo: “Si no está ahí, di que
estará ahí; y encontrarás la ardilla”. Y dije: “Señor, estoy tomando Tu Palabra ahora”. Dije: “Y
encontraré la ardilla”. Subí a la montaña. Pensé: “No debo temer más, porque voy a encontrarla,
eso es todo. Ya lo dije. Y el Señor dijo que cuando esa unción estuviera en mí, cuando dijera
algo, sería así. Así que voy a seguir”.
Busqué por todas partes; miré, unos quince minutos de tiempo para volver a bajar la
montaña. Pensé: “Mejor voy a buscar mi ardilla”. Subí y saqué el terrón del agujero, y comencé
a palpar ahí dentro; podía sentirlo. Lo levanté, sentí como si algo se cayera, así, como si la
ardilla estuviera en el extremo del palo y se cayera. Tenía un gran y viejo cuchillo de caza y
agarré una gran roca y corté el agujero lo suficientemente grande como para meter mi mano.
Miré allí abajo; estaba recogiendo algunas raíces y se estaba cayendo, algunas raíces debajo
de–que estaba en este viejo enganche. Pensé: “Oh, vaya, y se supone que debemos estar allí
exactamente a las 9”, así que pensé: “ahora sin la ardilla”.
51 Y vaya que esa mañana fue terrible; había una gran ventisca y no paraba. Pensé: “Es
terrible”. Así que pensé: “Bueno, sólo hay una cosa que puedo hacer para probarlo. Ahora,
esto–Señor, no fue Tu culpa. Porque Tú–Cuando Tú me dijiste eso, para hablar, y yo hablé
por esas tres y las tres estaban allí. Pero el hermano Tony sólo lo entendió mal; eso es todo”.
Y yo dije: “Yo voy a volver a bajar y a recogerlo a él y al otro hermano, y a traerlos aquí, y
mostrarles donde estaba el–donde estaba el tocón, para dejarles saber que yo–yo quisiera–
pensé que yo tenía razón. Dije la verdad acerca de que sabía que la ardilla estaba allí”.
Y lo puse–comencé a bajar la colina, y Algo me dijo: “Pero tú dijiste, subiendo, que
encontrarías la ardilla”. ¡Amén! Oh, no sabes lo que me hace eso. “Dijiste que encontrarías la