Page 23 - LA ODISEA
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hombre, la única que escucha las historias disparatadas de Ali en todo el mundo!
El marinero está perplejo y coge a Leah de la oreja derecha como si hubiera sido muy
traviesa (hace muchos siglos no se tenía tanto miramiento con los niños: no comes, tirón de
oreja. No bebes, tirón de oreja. No peleas con tus amigos o tus enemigos, tres tirones de oreja).
La lleva a rastras hasta el capitán de la nave que es un tipo alto, delgado y con barbita de varias
semanas, quizá meses, que le tapa toda la parte inferior de la cara salvo la boca.
—Creo que es una nereida, Ulises. La debe de enviar Poseidón para fastidiarnos.
—¡Otra vez! ¡Mecacho!
Leah está señalando con su dedo amedrentador ora al marinero que la arrastra, ora al
capitán. Pero guarda el dedo rápido cuando escucha:
—¡Tirémosla por la borda, así podrá cabalgar en un tiburón y volver con Poseidón y se aplacará
su ira!
—Mmm… —responde Ulises no muy convencido.
—¡Me llamo Leah, Leah Thalassinos!
—¿Eres de los pueblos del mar? (Thalassa en griego significa ʿmarʿ.)
—Pueehhhh… sí, sí —admite Leah, que está como loca porque le suelten la oreja.
—Suéltale la oreja, tú, no vaya a ser que se moleste más su padre.
«Y dale con mi padre», piensa Leah. Pero no se atreve a decir nada de momento. Cuando
se ha ido el dolor de oreja mira a su alrededor y ve una nave antiquísima de madera con tres
filas de remos y varias naves a izquierda y derecha que la acompañan. Leah está alucinada: los
tipos que van en el barco visten con túnicas sencillas y raídas, como si llevaran mucho tiempo
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