Page 18 - LA ODISEA
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en esa sala!
Habría que ver a Leah ahora mismo. No parece estar triste ya, parece que los ojos se le van a
salir de las órbitas de lo agrandados que están. Mira a izquierda y derecha, como temerosa de
que alguien esté escuchando la conversación.
—No puedo contártelo. Lo tienes que ver por ti misma. Pero sí puedo decirte que muchos han
pasado por allí. No debes temer lo que te puedes encontrar. Además, solo está prohibida para los
que no pueden cambiar. Ahí solo entran los que están preparados para aprender.
—¿Muchos quiénes? ¿De la Zarza Tostada?
—Sí, también de la Zarza Tostada —la cara de la bibliotecaria da a entender que hay tanto que
Leah desconoce de la Zarza Tostada que Leah siente un escalofrío recorrerle las vértebras y
cosquillearle amistosamente la nuca—. Además tú eliges, eso tenlo claro.
Leah levanta el dedo agresivamente y se encuentra con una sonrisa ancha y franca que
hace que se sienta un poco ridícula con el dedo así, amenazando dispararse, así que se lo enfunda
de nuevo en el puño con todas las uñas sin disparar.
¡Qué sarta de tonterías! ¡Y ella que pensaba que esta mujer era seria, lista y estaba en
sus cabales! Pero claro, cuando te siguen sonriendo así mientras te miran fijamente, tienes tres
opciones: la primera, darte media vuelta e irte. La segunda, quedarte a ver de qué momias te
están hablando (‘demonios’ se ha sustituido por ‘momias’ en Zarza Tostada; alguien decidió
que quedaba más abubilla. También se sustituyó ‘cuco’ por ‘abubilla’. Quedaba más abubilla). La
tercera… No, no, solo había dos, perdón.
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