Page 20 - LA ODISEA
P. 20
paredes son blancas y un fino arco de medio punto que se cruza con otro en diagonal sostiene
un artesonado único: no tiene nada dibujado ni grabado en su madera blanca. Es como un lienzo
que espera que alguien lo pinte.
Cruza los techos también pintados de blanco una nube mal dibujada, como si aún rezumara
humedad. Por supuesto en el centro del cuarto hay una mesa. Pero no es una mesa redonda
tan democrática como la del Rey Arturo, ni tan opípara como la mesa de Enrique VIII, ni de un
cedro tan bonito como la del presidente de USA… Es una mesa rectangular que tiene muchos
libros encima. Leah se fija en las cubiertas de los libros, cada una exhibe una tonalidad diferente
coloreando materiales distintos como cuero, cartoné, pan de oro sin mucho oro y con poco pan…
y todas están en blanco. Sí, en blanco, como los ojos de Leah.
—Yo a-lu-ci-no. Esa mujer me va a oír —dice Leah enarbolando agresivamente su dedo
índice.
En seguida una silla que estaba pegada a la mesa se mueve de su sitio como si un poltergeist
se manifestase a Leah. ¿Este será el secreto de la sala prohibida? ¿Que tiene fantasmas? Pero
Leah piensa que ya que la silla tiene la cortesía de ofrecerse, lo más amable será corresponder
a la invitación. Sentada observa cómo las tapas de los libros golpean contra sus portadillas con
estrépito y uno de ellos resplandece con estrellas doradas escapando de los pliegues entre las
páginas.
—¿Qué hago? ¿Lo cojo?
Leah se da cuenta de que está hablando sola y recuerda por un momento todas las
advertencias de papá y mamá sobre este particular y otros particulares (en particular):
22
15/11/2021 13:44:29
PAGINA LEGAL LA ODISEA DE LEAH Raquel Garcés.indd 22
PAGINA LEGAL LA ODISEA DE LEAH Raquel Garcés.indd 22 15/11/2021 13:44:29