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54 Esperanza para un mundo en crisis
La economía mundial se vio sacudida. Las tasas de desempleo se dispa-
raron. Nuestra vida ha cambiado para siempre. ¿Dónde podemos en-
contrar esperanza? ¿Cómo podemos ver más allá de nuestras pruebas
actuales y vislumbrar un futuro más brillante?
Millones encuentran esperanza, consuelo y paz en el conocimien-
to y la relación personal con Dios a través del estudio de su Palabra.
Descubrieron a un Dios que los ama más de lo que podrían imaginar y
que los fortalece frente a los desafíos actuales y las pruebas del mañana
con un coraje extraordinario. Él es el Dios de la esperanza.
En un momento de desesperación, el salmista David declaró: “Oh
Señor, solo tú eres mi esperanza; en ti he confiado” (Salmo 71:5). La
esperanza comenzó para David en el mismo lugar donde comienza para
todos nosotros. Comenzó con la creencia de que hay un Dios en el cie-
lo mayor que tus problemas, mayor que tus dificultades y mayor que
cualquier desafío que puedas enfrentar. Si no conocemos al Dios que se
preocupa por nosotros, que comprende nuestro dolor, que cura nues-
tras heridas y, un día, vencerá a todos los poderes del infierno, nos que-
damos sin esperanza de enfrentar los desafíos de la vida solos. Es este
reconocimiento de la presencia de Dios, de su amor incondicional y su
cuidado constante lo que llena de esperanza nuestro corazón.
La Biblia: el libro de la esperanza
La Biblia es un libro que rebosa de esperanza. Sus relatos hablan de
personas como tú y yo. A veces eran fuertes y realizaban hazañas pode-
rosas para Dios. En otras ocasiones, eran débiles y fracasaban misera-
blemente. No obstante, en todos estos casos, Dios estaba presente para
darles la esperanza de enfrentar el mañana. La palabra “esperanza” se
usa más de 125 veces en la Biblia. El apóstol Pablo, quien pasó por mu-
chas situaciones desafiantes, la usó más de 40 veces. Fue golpeado, ape-
dreado, arrestado y sufrió naufragios. Aun así, vivió lleno de esperanza.
Cuando les escribió a sus amigos que vivían en Roma, declaró: “Le pido
a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y
paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura
mediante el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
Al poner nuestra esperanza en Dios, quien es más grande que cual-
quier problema, nuestro corazón desborda de “alegría y paz”, porque