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CAMINO DE SERVIDUMBRE
cuanto a que la voluntad del Estado debía ser la que asignase a cada persona
su propio lugar en la sociedad. Pero había, como las habrá siempre, las más
profundas diferencias acerca de cuál fuere el lugar apropiado de las diferen-
tes clases y grupos.
* * *
Los viejos dirigentes socialistas, que habían considerado siempre a sus
partidos como la natural vanguardia del futuro movimiento general hacia
el socialismo, no podían fácilmente comprender que con cada extensión del
uso de los métodos socialistas se volviera contra ellos el resentimiento de
extensas clases pobres.Pero,mientras los viejos partidos socialistas,o las orga-
nizaciones laborales dentro de ciertas industrias, no encontraban, general-
mente,mayores dificultades para llegar a un acuerdo de acción conjunta con
los patronos en sus respectivas industrias,clases muy amplias quedaban mar-
ginadas. Para ellas, y no sin alguna justificación, las secciones más prósperas
del movimiento obrero parecían pertenecer a la clase explotadora más que
a la explotada. 10
El resentimiento de la baja clase media,en la que el fascismo y el nacional-
socialismo reclutaron una tan gran proporción de sus seguidores, se inten-
sificó por el hecho de aspirar en muchos casos, por su educación y prepa-
ración, a posiciones directivas y considerarse ellos mismos con títulos para
ser miembros de la clase dirigente. La generación más joven, con el des-
precio por las actividades lucrativas fomentado por la enseñanza socialis-
ta, rechazaba las posiciones independientes que envolvían riesgo y se con-
gregaba, en cantidades crecientes, en torno a las posiciones asalariadas que
10. Hace ahora doce años, uno de los intelectuales socialistas europeos más destacados, Hendrik
de Man (que, consecuente consigo mismo, evolucionó e hizo las paces con los nazis), observaba que,
«por primera vez desde los comienzos del socialismo, los resentimentos anticapitalistas se han vuelto
contra el movimiento socialista» (Sozialismus und Nacional-Faszismus,Potsdam,1931,pág.6).[Hendrik
de Man (1885-1953) fue presidente del Partido Socialista belga. Cuando Alemania invadió Bélgica
en 1940 el partido fue disuelto y se declaró que la destrucción de la democracia parlamentaria en el
«Nuevo Orden» impuesto por los nazis habría permitido liberar a las clases trabajadoras. En ausencia
fue procesado en 1946 en Bélgica y acusado de colaboracionismo; los últimos días de su vida residió
en Suiza. —Ed.]
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