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¿QUIÉN, A QUIÉN?
muchos de los dirigentes del movimiento obrero; pero, a medida que se hizo
más claro que la posición de aquellas clases empeoraba relativamente a la
de los trabajadores industriales, los ideales que guiaron a estos últimos per-
dieron mucho de su atractivo para los primeros. Si bien todos eran socialis-
tas, en el sentido de aborrecer el sistema capitalista y desear una distribu-
ción deliberada de la riqueza de acuerdo con sus ideas de justicia, estas ideas
resultaron ser muy diferentes de las incorporadas a la práctica de los primi-
tivos partidos socialistas.
Los medios que emplearon, con buen éxito, los viejos partidos socialistas
para asegurarse el apoyo de un grupo de ocupaciones —la elevación de su
posición económica relativa— no se podían utilizar para asegurarse el apoyo
de todos. Es forzosa entonces la aparición de movimientos socialistas riva-
les que soliciten el favor de quienes ven empeorada su situación relativa.
Hay, una gran parte de verdad en la afirmación, a menudo oída, de ser el fas-
cismo y el nacionalsocialismo una especie de socialismo de la clase media;
sólo que en Italia y Alemania los que apoyaron estos nuevos movimientos
apenas eran,ya,económicamente,una clase media.Fueron,en gran medida,
la revuelta de una nueva clase preterida, contra la aristocracia del trabajo
creada por el movimiento obrero industrial.
Puede casi asegurarse que ningún factor económico aislado ha favore-
cido más a estos movimientos que la envidia de los profesionales fracasa-
dos, el ingeniero o abogado u otros universitarios, y, en general, el «prole-
tariado de cuello blanco»,hacia el maquinista y el tipógrafo y otros miembros
de los más fuertes sindicatos obreros,cuyos ingresos montaban a varias veces
los suyos. Tampoco cabe apenas dudar que, en cuanto a ingresos en dinero,
el simple afiliado del movimiento nazi, en los primeros años de éste, era,
por término medio, más pobre que el promedio de los miembros de un sin-
dicato o del viejo partido socialista; circunstancia tanto más acerba cuanto
que los primeros, a menudo, habían visto días mejores y aún vivían con fre-
cuencia en ambientes que correspondían a su pasado. La expresión «lucha
de clases à rebours», frecuente en Italia en los tiempos del nacimiento del
fascismo,apuntaba a un aspecto muy importante del movimiento.El conflicto
entre el fascista o el nacionalsocialista y los primitivos partidos socialistas
tiene que considerarse, en gran parte, como uno de aquellos que es forzoso
surjan entre facciones socialistas rivales. No había diferencia entre ellos en
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