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¿QUIÉN, A QUIÉN?
prometían seguridad. Pero, a la vez, demandaba puestos que procurasen los
ingresos y el poder a que, en opinión suya, le daba derecho su preparación.
Creían en una sociedad organizada, y esperaban en ésta un lugar muy dife-
rente del que la sociedad regida por el trabajo parecía ofrecerles.Estaban pron-
tos a apoderarse de los métodos del viejo socialismo, pero dispuestos a em-
plearlos en servicio de una clase diferente.El movimiento tenía atractivos para
todos los que, conformes con la conveniencia de que el Estado dirigiese la ac-
tividad económica entera, discrepaban en cuanto a los fines a cuya consecu-
ción dirigía su fuerza política la aristocracia de los trabajadores industriales.
El nuevo movimiento socialista partía con algunas ventajas tácticas. El
socialismo obrero se había desarrollado en un mundo democrático y liberal,
adaptando a él sus tácticas y apoderándose de muchos ideales del liberalismo;
sus protagonistas todavía creían que la implantación del socialismo resolve-
ría por sí todos los problemas. El fascismo y el nacionalsocialismo, por otra
parte,surgieron de la experiencia de una sociedad cada vez más regulada,cons-
ciente de que el socialismo democrático e internacional propugnaba ideales
incompatibles. Sus tácticas se desarrollaron en un mundo ya dominado por
la política socialista y los problemas que ésta crea.No se hacían ilusiones sobre
la posibilidad de la solución democrática de unos problemas que exigen más
acuerdo entre las gentes que lo que puede razonablemente esperarse. No se
hacían ilusiones sobre la capacidad de la razón para decidir acerca de todas
las cuestiones de relativa importancia que sobre las necesidades de los dife-
rentes hombres o grupos inevitablemente surgen de la planificación,o sobre
la respuesta que podría dar la fórmula de la igualdad.Sabían que el más fuerte
grupo que reuniese bastantes seguidores en favor de un nuevo orden jerár-
quico de la sociedad y que prometiese francamente privilegios a las clases a
que apelaba, obtendría probablemente el apoyo de todos los defraudados
porque, después de prometérseles la igualdad, descubrieron que no habían
hecho sino favorecer los intereses de una clase particular. Sobre todo, logra-
ron éxito porque ofrecían una teoría, o Weltanschauung, que parecía justi-
ficar los privilegios prometidos a sus seguidores.
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