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CAMINO DE SERVIDUMBRE
o «bienestar social». No nos libera de la necesidad de decidir en cada caso
particular entre los méritos de individuos o grupos particulares y no nos ayuda
en esta decisión. Todo lo que, de hecho, nos dice es que tomemos del rico
cuanto podamos.Pero cuando se llega a la distribución del botín,el problema
es el mismo que si no se hubiera concebido jamás la fórmula de una «mayor
igualdad».
* * *
A la mayoría de la gente le es difícil admitir que no poseemos patrones
morales que nos permitan resolver estas cuestiones, si no perfectamente, al
menos con una mayor satisfacción general que la que consiente el sistema
de competencia.¿No tenemos todos alguna idea de lo que es un «precio justo»
o un «salario equitativo»? ¿No podemos confiar en el firme sentido de la
equidad que posee el pueblo? Y aun si no nos ponemos ahora de acuerdo
plenamente sobre lo que es justo y equitativo en un caso particular, ¿no se
consolidarían pronto en patrones más definidos las ideas populares si se diera
a la gente una oportunidad para ver realizados sus ideales?
Por desgracia, hay poco fundamento para estas esperanzas. Los patrones
que tenemos surgieron del sistema de competencia que hemos conocido, y
desaparecerían, necesariamente, tan pronto como se perdiese la competen-
cia. Lo que entendemos por un precio justo o un salario equitativo es, o el
precio o salario usuales,la remuneración que la experiencia pasada ha permi-
tido a la gente esperar, o el precio o salario que existiría si no hubiera explo-
tación monopolista. La única excepción importante a esto fue la pretensión
de los trabajadores al «producto íntegro de su trabajo», en la que tanto de la
doctrina socialista tiene su antecedente. Pero pocos socialistas de hoy creen
que en una sociedad socialista el producto de cada industria debería repar-
tirse enteramente entre los trabajadores de la misma; porque esto significa-
ría que los obreros de las industrias que usan una gran proporción de capi-
tal dispondrían de unos ingresos mucho mayores que los empleados en las
industrias poco dotadas de capital, lo cual considerarían muy injusto la ma-
yoría de los socialistas. Y ahora se reconoce con bastante generalidad que
esta pretensión particular se basa en una interpretación equivocada de los
hechos. Pero, una vez que se rechaza la pretensión del trabajador individual
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