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declaraba a la franja costera como Zona Industrial.
Pronto se edificaron fábricas, astilleros y frigoríficos
con la idea que esto traería el progreso a la
provincia y el esperado trabajo a las personas
del lugar.
Ya no estaban solos los pescadores, el
predio se pobló de camiones, cañerías y humo.
Pasaron los años y algunas de las industrias
como la curtiembre “Oeste” cerraron y quedaron
abandonadas las oficinas, los galpones y las
cisternas donde trataban los desperdicios líquidos
antes de arrojarlos al río, pero aun así en días
ventosos se puede sentir el bao picante y
nauseabundo que hace arder los ojos y la
garganta.
Pero a Manuel solo le preocupa la falta de
peces, era el oficio enseñado por su padre, al cual
acompañaba en sus tareas hasta que enfermo de
los pulmones, igual que su madre y ambos
terminaron muertos, - Es el humo de las fábricas -
dijeron los doctores.
El muchacho era joven, pero con años de
trabajo arduos, que tiñera su mirada
de incertidumbre y despobló sus pensamientos de
sueños esperanzados, pues ha pasado los últimos
meses tratando de atrapar algunos peces con la
red y no lo ha logrado aun triplicando el esfuerzo.
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