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Reseñas
cirse en la mente, el pensamiento y la volun- en las páginas del poemario de Víctor Guillén
tad de sus personajes jóvenes, ofreciéndonos (Lima, 1957), Una hoguera bajo el agua, título
así una variopinta tipología psicológica que fi namente labrado para sugerir el apagamien-
no solo permite comprender a los personajes to paulatino del hogar (la hoguera) en un fon-
de los relatos, sino también a nuestros hijos u do «sin lumbre / sin amor». El epígrafe de Vallejo
otros adolescentes de la vida real. Asimismo, que abre el libro nos da un atisbo de la intención
nos hacen recordar nuestras propias vivencias poética: «Todos han partido de la casa, en rea-
durante esa etapa de la vida. lidad, pero todos se han quedado en verdad».
Para ello, el escritor va escogiendo y limando Recurriendo a Heidegger encontramos algo
los elementos que en su intencionalidad le po- con la misma impronta: «El modo como tú eres y
sibiliten construir ese mundo fi ccional de ma- yo soy, la manera según la cual somos los hom-
nera simbólica para comprimir la condición bres sobre la tierra, es el habitar».
humana en unos cuantos párrafos y sintetizar Las imágenes que transcurren —a manera de
las pesadillas, temores e incongruencias que slides sucesivos— tienen como marco referen-
como seres humanos sufrimos, así como las cial los años 60, tiempo de guerra fría, de la
carencias y defectos de los que adolecemos. utopía comunista, de la música de los Beatles.
Todo esto sin perder la condición estética, la Todo ello parece extraído de un libro de relatos
alfarería necesaria para lograr un buen cuen- populosos, de movimientos sociales, de bullicio-
to, o la aventura de desarrollar técnicas com- sa cotidianeidad. El poemario no está exento de
plejas (por ejemplo, los juegos con el tiempo o dichas pulsaciones de la vida en la urbe, pero
los puntos de vista), como ocurre en el cuento este ritmo cardiaco presente en la realidad se
«Las doce llaves». interioriza, se internaliza en el sujeto poético, que
Los cuentos de Primavera con la ventana rota, habla desde la bruma de su condición fantas-
son narraciones que discurren sobre un len- mal. Por ello, a pesar de la paradoja de un mú-
guaje simple, coloquial, con diálogos directos sico fenecido, este transita en el libro rumoroso
e indirectos, con frases que a veces muestran de vida. En sus páginas aparece un lenguaje
el sentido refl exivo de los personajes frente a contrapuntístico, de diálogos y soliloquios que
un acontecimiento que les marca como tinta dan movimiento y agilidad a lo narrado. Igual-
indeleble en su personalidad o en su desarrollo mente, en algunos poemas, el orden lineal del
humano. tiempo se trastoca, haciendo más entrañable y
Tal vez en este libro no haya cuentos que nos sugestiva su lectura, como se observa en el poe-
«noqueen», como alguna vez aconsejó Julio ma 3: «Corre la pelota azul…». Hay allí una espe-
Cortázar, pero sí hay relatos que, con un toque cie de simultaneísmo literario mediante el cual
sutil, nos llevan a meditar sobre la existencia, la el autor convoca diferentes tiempos y espacios
nuestra, en primer lugar, y la ajena, en segun- como estrategia para revelar mejor su postura
do término. existencial, con un estilo fl uido y profundo, sin
afectaciones: «y trina el canario enjaulado / y
Mario García Ysla se acaba de pronto el día / mientras corre la pe-
lota azul / desde las transposiciones / entre los
acontecimientos / cotidianos que remarca / la
prensa local / y el estallido de la beatlemanía
/ en un mundo bipolar / mientras cae la noche
/ bajo un cielo sin estrellas / y yo afi ebrado de
102 poesía/ tal como Li Tai Po / en el siglo VIII / escri-
bo el primer verso: / corre la pelota azul por el
jardín / con aparente automatismo surrealista / y
sin embargo son muchos los años ya / que corre
la pelota azul por el jardín / y recién en este ins-
tante de luz / me lo revela el poema».
Tomando en consideración la densidad simbóli-
ca de la poesía de Víctor Guillén podemos en-
contrar varios ejes temáticos que expresan esa
vecindad armoniosa entre la vida y la muerte,
de ese trombonista que lucha por permanecer
en este mundo o, en todo caso, «en su mundo»,
como la niñez subordinada y temerosa de la
Guillén, Víctor. Una hoguera bajo el agua. Lima, autoridad paterna, la asociación entre locura y
Lustra Editores, 2014. santidad, la expansión de las constructoras de
edifi cios por la ciudad, etc.
El espectro de un trombonista de jazz recorrien- Desde el punto de vista técnico, la voz del autor
do la casa en que vivió; lugares reconocibles y en primera y segunda personas, despliega una
transitables de Lima: el Olivar, la Plaza Bolívar, el oralidad que nos aproxima a las diferentes es-
nosocomio, Camino Real, el Club TresTres, el jar- cenas, como una forma de ahondar en lo vivi-
dín, el patio, refulgen con intensidad evocativa do y recordado. El poema 4 plantea, por ejem-