Page 328 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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pasar, le dio una coz en la sien y dijo: «Ahí tienes eso. ¿Qué te había hecho yo para que
                  me  dieras  orejas  tan  largas?  Ni  siquiera  el  grillo  deja  de  despreciarme.»  El  sapo,  al
                  pasar, le lanzó un chorro de baba a la frente y dijo: «Ahí tienes eso. Si no me hubieras
                  hecho tan grande el ojo y te hubiere visto en el estado en que te veo, habría ocultado
                  castamente  la  belleza  de  tus  miembros  bajo  una  lluvia  de  ranúnculos,  miosotis  y
                  camelias, para que nadie te viese.» El león, al pasar, inclinó su regia faz y dijo: «Por mi
                  parte, le respeto  aunque su  esplendor nos  parezca, de momento,  eclipsado. Vosotros,
                  que os hacéis los orgullosos, sois sólo unos cobardes porque le habéis atacado cuando
                  dormía, ¿os gustaría que, en su lugar, tuvierais que soportar, de parte de los que pasaran,
                  las  injurias  que  no  le  habéis  ahorrado?»  El  hombre,  al  pasar,  se  detuvo  ante  el
                  desconocido Creador, y, entre los aplausos de la ladilla y la víbora, defecó durante tres
                  días sobre su augusto rostro.”

                                                           Fragmentos del Cuarto Canto




                  “Es  un  hombre  o  una  piedra  o  un  árbol  el  que  se  dispone  a  iniciar  el  cuarto  canto.
                  Cuando el  pie resbala al pisar una rana, se experimenta una sensación  de asco, pero
                  cuando  apenas  se  roza  el  cuerpo  humano  con  la  mano,  la  piel  de  los  dedos  se
                  resquebraja, como las escamas de un bloque de mica roto a martillazos, y, al igual que
                  el corazón de un tiburón, que lleva una hora muerto, palpita todavía, en cubierta, con
                  tenaz vitalidad, nuestras entrañas se agitan de cabo a rabo, mucho tiempo después del
                  contacto. ¡Tanto horror inspira el hombre a su propio semejante!”




                  “Cuando un cometa, durante la noche, aparece de pronto en una región del cielo, tras
                  ochenta  años  de  ausencia,  muestra  a  los  habitantes  terrestres  y  a  los  grillos  su  cola
                  brillante  y  vaporosa.  Sin  duda,  no  es  consciente  de  tan  largo  viaje.  No  ocurre  así
                  conmigo:  acodado en la cabecera de mi cama,  mientras  los  aserrados  festones de un
                  horizonte  árido  y  lúgubre  destacan  vigorosamente  sobre  el  fondo  de  mi  alma,  me
                  absorbo en las ensoñaciones de la compasión y me ruborizo por el hombre.”




                  “El hombre y yo, emparedados en los límites de nuestra inteligencia, como a menudo lo
                  está un lago en un cinturón de islas de coral, en vez de unir nuestras fuerzas respectivas
                  para defendernos contra el azar y el infortunio, nos separamos, con los temblores del
                  odio, tomando dos caminos opuestos, como si nos hubiéramos herido recíprocamente
                  con la punta de una daga. Diríase que el uno comprende el desprecio que inspira al otro.
                  Impulsados por el móvil de una dignidad relativa, nos apresuramos a no inducir al error
                  a nuestro adversario; cada uno va por su lado y no ignoro que la paz proclamada será
                  imposible de mantener. Pues bien, ¡sea!, que mi guerra contra el hombre se eternice, ya
                  que cada uno reconoce en el otro su propia degradación..., ya que ambos son enemigos
                  mortales. Obtenga una victoria desastrosa o sucumba, el combate será hermoso: yo solo
                  contra la humanidad.”
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