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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       «S.S. Küche», «Barrakenkommando», «Bauleitung», «Arbeitsstatistik», etc., y, llevado al
                       papel en los informes, significaba una organización clora y metódica. Pero de hecho, era un
                       gran caos, una horrible muchedumbre que de comer sólo conservaba la forma, trabajaba gratis
                       y dormía, apenas cubierta, en un fárrago de tablas y ramajes. Como resultaban más fáciles de
                       vigilar en el trabajo que durante el sueño, las jornadas eran de doce, catorce y dieciséis horas.
                       Los vigilantes, en número insuficiente, se habían visto obligados a escoger un complemento
                       de ayudantes entre la masa de detenidos, y como esos ayudantes se sentían en su conciencia
                       oprimidos, hacían reinar el terror a modo de excusa y justificación. Llovieron los golpes, y no
                       sólo los insultos y las amenazas.
                            Los malos tratos, la mala e insuficiente alimentación, el trabajo sobrehumano, la falta
                       de medicamentos, la pulmonía, motivaron el que en este rebaño se empezase a morir a un
                       ritmo espantoso y peligroso para la salubridad. Fue preciso pensar en hacer desaparecer los
                       cadáveres en forma distinta a la inhumación,

                       [68] que ocupaba demasiado tiempo y tendría que ser repetida con excesiva frecuencia: se
                       recurrió a la incineración, más rápida y más conforme a las tradiciones germánicas. Un nuevo
                       comando se hizo a su vez indispensable, el Totenkommando, y en la lista de los trabajos a
                       efectuar, con carácter de urgencia impuesta por las circonstancias, se anotó la construcción de
                       un horno crematorio: así resultó que se construyó el lugar en que estos hombres tenían que
                       morir, antes que aquél en que se proyectaba permitirles vivir. Todo se encadena: el mal llama
                       al mal, y cuando se está metido en el engranaje de las malas fuerzas...
                            Además de esto, el campo no estaba concebido en el espíritu del estado mayor
                       nacionalsocialista para ser simplemente un campo sine una colectividad para trabajar sometida
                       a vigilancia en la edificación del III Reich, con el mismo título que los otros individuos dé la
                       comunidad alemana que habían quedado en la libertad relativa que se sabe. Tras el crematorio,
                       la fábrica, la Gustloff. Con lo que se ve que el orden de urgencia de todas las instalacianes
                       estaba determinado en primer lugar por el cuidado de guardar con fuerte vigilancia, después
                       por el de la higiene, en tercer luger por las necesidades del trabajo rentable. Finalmente, y en
                       última instancia por los derechos «prescriptibles» de la persona humana: el vigilante, el
                       crematorio, la fábrica, la cocina... Todo está subordinado al interés colectivo que pisotea y
                       aplasta al individu.
                            Buchenwald fue pues, durante el período de las primeras ins talaciones, un Straflager
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                       ( ) donde no era enviada más que la población de las prisiones considerada como incorregible;
                       después, y desde el momento en que la fábrica Gustloff estuvo en estado de funcionar, un
                       Arbeitslager ( ) con comandos de castigo, y finalmente un Konzentrationslager, ( ) es decir,
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                       lo que era cuando nosotros lo conocimos, un campo organizado con todos sus servicios
                       puestos a punto, al que se enviaba a todo el mundo indistintamente. A partir de este
                       momento, hubo subcampos o comandos exteriores que dependían de él y a los que
                       proporcionaba material humano o simplemente material. Todos los campos han pasado por
                       estas tres etapas sucesivas. Desgraciadamente resultó que, habiendo sobrevenido la guerra, los
                       detenidos de todos los orígenes

                       [69] y condiciones, de todas las infracciones y penas disciplinarias, fueron indistintamente
                       conducidos a los Strauager, Arbeitslager o Konzentrationslager, según lo que salió la suerte,
                       de acuerdo con el grado de humor de los jefes o el desorden de las circunstancias. Resultó de
                       eso una espantosa mezcla de humanidades diversas que formó, bajo el signo de la porra de
                       goma, un gigantesco cesto de cangrejos sobre el cual el nacionalsocialismo, tan dueño de sí,
                       tan metódico en sus manifestaciones, pero desbordado en todas partes por los acontecimientos
                       que empezaban a subyugarle, arrojó para taparlo un no menos inmenso y gigantesco manto.
                            Dora nació bajo el padrinazgo de Buchenwald y en las mismas condiciones. Creció y
                       prosperó siguiendo idéntico proceso.
                            En 1903, ingenieros y químicos alemanes advirtieron que en este loger la piedra del
                       Harz era rica en amoníaco. Como ninguna sociedad privada quiso arriesgar capitales en su
                       extracción, el Estado se encargó de ello. El Estado alemán no poseía, como sus vecinos,
                       colonias susceptibles de poner a su disposición una Cayena o una Numea: se veía obligado a



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                         Campo penitenciario.
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                         Campo de trabajo.
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                         Campo de concentración.
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