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RASSINIER : La mentira de Ulises
conservar sus presidiarios en el interior y les encerraba en unos lugares determinados donde les
empleaba en trabajos ingratos. En estas condiciones nació en Dora un penal parecido a todos
los penales del mundo, con algunos matices majores y otros peores. En 1910, sin que se sepa
bien el porqué, pero probablemente por ser el rendimiento en amoníaco muy inferior al que se
había calculado, fue interrumpida la extracción de la piedra. Se reanudó durante la guerra de
1914-1918, bajo la forma de un campo de represalias para prisioneros de guerra, en un
momento en que Alemania pensaba ya en enterrarse para limitar los estragos de los
bombardeos. Fue nuevamente interrumpida por el armisticio. En el período entre las dos
guerras Dora fue totalmente olvidado: una vegetación desordenada ocultó la entrada de este
comienzo de subterránéo, y alrededor crecieron inmensos campos de remolacha para alimentar
la refinería azucarera de Nordhausen, a seis kilómetros de allí.
Fue a estos campos de remolacha a los que Buchenwald desplazó, el I de septiembre de
1943, un primer comando de doscientos hombres con fuerte escolta. Alemania, sintiendo de
nuevo la necesidad de enterrarse, de enterrar al menos sus industrias de guerra, volvía a
adoptar el proyecto de 1915. Construcción del campo de la S.S., del crematorio, adaptación
del subterráneo para fábrica, cocinas, duchas, el Arbeitsstatistik, el Revier o enfermería
[70] en último lugar. Como había este subterráneo, se dormía allí el mayor tiempo posible,
rechazando siempre para más tarde el trabajo no rentable de construcción de bloques para
detenidos; y prefiriendo la perforación por delante de la galería del túnel, para conseguir poner
a cubierto las fábricas amenazadas cada vez en mayor número a cielo abierto.
Cuando nosotros llegamos a Dora, el campo estaba todavía en el período de Straflager;
hicimos de él un Arbeitslager. Cuando lo abandonamos, con sus 170 bloques, su enfermería,
su teatro, su burdel, sus servicios instalados y su túnel terminado, estaba a punto de llegar a
ser un Konzentrationslager. Ya otro campo, Ellrich, al final del doble túnel, había nacido
bajo su padrinazgo y se encontraba en el período de Straflager. Pues no podía haber
interrupción en la escala descendiente de la miseria humana.
Pero los angloamericanos y los rusos decidieron de otra manera y, el 11 de abril de
1945, vinieron a liberarnos.
Desde entonces, el sistema penitenciario de Alemania esta en manos de los rusos, que
no han modificado en él ni una coma. Mañana, estará en manos de los...
Porque no es preciso tampoco que haya interrupción en la historia.
* * *
Un campo de concentración, cuando está terminado, es una verdadera ciudad aislada del
mundo exterior, que la ha concebido como un cerco de alambradas electrificadas con cinco
líneas de altura, a lo largo de la cual, cada cincuenta metros aproximadamente, unos miradores
resguardan a una guardia especial armada hasta los dientes. Para que la pantalla entre ésta y él
sea más opaca todavía, está igualmente interpuesto un campo de la S.S., y alrededor de unos
cinco o seis kilómetros están situados centinelas invisibles en la periferia; así el que intentase
evadirse tendría que superar una serie de obstáculos sucesivos, por lo que se puede decir que
toda tentativa está materialmente destinada a un fracaso seguro. Esta ciudad tiene sus leyes
propias, sus fenómenos sociales particulares. Las ideas que nacen en ella aisladas o en
corrientes van a morir contra las alambradas y quedan insospechables para el resto del mundo.
Asimismo todo cuanto sucede en el exterior es desconocido en el interior, toda interpretación
1
[71] a través de la pantalla, en la que no existe la menor fisura se hace imposible. ( ) Llegan
periódicos: están escogidos cuidadosamente y no dicen más que las verdades especialmente
impresas para los internados. Sucedió que en tiempos de guerra las verdades para los
internados en los campos eran las mismas que aquellas de las que los alemanes tenían que
hacer su evangelio por lo que los periódicos eran comunes para ambos, pero esto era una pura
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Se ha dicho, y lo creo, que casi toda Alemania ignoraba lo que pasaba en los campos: la S.S. que vivía en el
mismo terreno ignoraba una gran parte de ello o no se enteraba de ciertos acontecimientos hasta mucho después
de haber ocurrido. Por lo demás, ¿quién conoce hoy en Francia los pormenores de la vida de los presos de
Carrère, La Noé y otros lugares? Véase en la pág. 154, en el apéndice al cap. II, la relación de Pierre Bernard
sobre la prisión central de Riom y la opinión de E. Kogon en la pág. 219.
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