Page 45 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
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RASSINIER : La mentira de Ulises
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mucho antes, pero este es una pura burla y los americanos nunca lo tomaron en serio. ( ) Su
primera acción, al entrar en el campo, fue rogar a los alborotadores que se estuviesen callados,
a la masa que se apretaba para escucharles que volviese dócilmente a los bloques y a todos que
obedeciesen de antemano una disciplina de la cual pensaban quedar como único árbitro. Tras
lo cual se ocuparon de los enfermos, del abastecimiento y de la organización de las
repatriaciones, sin querer tomar siquiera en conocimiento los pareceres y sugerencias que
algunos importantes de última hora intentaron en vano hacer llegar hasta ellos . Por otra parte,
también este fue un bien: sólo ha costado una lección
[81]de humildad a Marcel Paul y cierto número de vidas han podido ser salvadas.
Finalmente, se ha dicho que los políticos, cuando tenían la mano por encima de la H-
Führung, eran más humanos que los otros. En apoyo de esto se esgrime Buchenwald como
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argumento: es cierto. Buchenwald era, al llegar nosotros, un campo muy soportable para los
internados del lugar, sustraídos definitivamente a la amenaza de un transporte. Pero lo debía
más al hecho de que había llegado al término de su evolución que al de tener una H-Führung
política. En los otros campos más retrasados, no era sensible la diferencia entre rojos y verdes.
Hubiera podido resultar que el contacto con los políticos moralizase a los delincuentes:
sucedió lo contrario y fueron los delincuentes los que apartaron a los políticos del buen
camino.
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De hecho, comité nacido mucho antes; no hubo más que uno en todos los campos: una asociación de ladrones y
saqueadores, verdes o rojos, detentando por añadidura, el poder de mando de la S.S. Tras la liberación ham
procurado dar gato por liebre y hay que convenir en que han tenido éxito en gran
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Aunque haya habido que llevar al activo de este campo las conocidas «pantallas de piel humana», de las que
Ilse Koch, llamada la perra de Buchenwald, lleva hoy «sola» la tremenda responsabilidad... ¿Se paseaba por el
campo la mujer del Lagerkommandant a la búsqueda de bellos tatuajes a cuyos desgraciados propietarios
designaba ella misma para la muerte? No puedo confirmar ni desmentir. Preciso sin embargo, que en febrero-
marzo de 1944, los rumores en el campo acusaban de este crimen a los dos Kapos de la cantera y del jardin,
perpetrado antaño por ellos con la complicidad de casi todos sus colegas. Los dos cómplices habían industrializado
la muerte de los presos tatuados cuyes pieles vendían, a cambio de pequeños favares, a Ilse Koch y a otros, por
mediación del Kapo y del S.S. de servicio en el crematorio. De tal modo que la tesis de la acusacyón, caso de que
estuviese fundada, a pesar de todo sería bastante frágil. (Véanse las págs. 145 y 146.)
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