Page 312 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Introducción:  el propósito del  libro  301
       no es cabal en el siervo de Dios, hasta que desea para su hermano lo
       que para sí mismo desea, según lo que Móslem refiere en su Mósnad
       como dicho por el Profeta (1): "Los creyentes deben tener una sola
       mano, respecto de quienes no lo son." Y esta otra sentencia: "El cre-
       yente debe ser para el creyente, como el edificio cuyas partes mutua-
       mente se refuerzan."
         Ten entendido, por lo tanto, que, según estas sentencias, hay obli-
       gación de aconsejar a los creyentes, despertarlos de su negligencia, sa-
       carlos del sueño de la ignorancia, arrancarlos del borde del abismo
       infernal, sobre el cual están.
         Sólo que los creyentes se dividen en muchas categorías, de  las
       cuales hay una que se llama la del sufismo, a la que pertenece el gru-
       po [81] que se llama de los sufícs, los cuales prefieren la vida futura
       a la presente y Dios a las criaturas. Pero no hay grupo alguno que
       pertenezca a una determinada categoría de creyentes, sin que de ella
       quepa hacer una subdivisión, a saber: los que a ella pertenecen real-
       mente porque son sinceros, y los que pretenden pertenecer sin que real
       y verdaderamente pertenezcan. De aquí que  el parentesco entre los
       que pertenezcan a un mismo grupo por seguir un mismo camino, será:
       o parentesco simplemente formal y aparente, cual el de esos que pre-
       tenden ser del grupo sin fundamento real, o parentesco formal y real
       a la vez, cual  el de esos otros que sinceramente y en verdad lo son.
       A aquéllos, pues, por ser, en fin de cuentas, próximos parientes, nos
       incumbe la obligación de amonestarles, y por ser musulmanes aconse-
       jarles, y por ser hermanos nuestros tener de ellos piedad y compasión.
         Ten además presente que este camino, es decir, el camino de Dios,
       el sendero recto, es  el más noble e ilustre de los caminos. Estos, en
       efecto, se ennoblecen o se rebajan, en relación con el fin o meta a que
       tienden; y como que la meta de este camino es Dios, es decir, el más
       noble de los seres y el más ilustre de los objetos cognoscibles, tiene
       que ser también el más noble y excelente de los caminos el que conduce

         (1)  Se trata de la colección de hadices o tradiciones auténticas de Maho-
       ma, formada por Móslem (siglo IX de  J. C).
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