Page 314 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Condiciones del director espiritual  303
        trata de los sabios según Dios, que no son profetas. Es lo que prover-
        bialmente dicen los más autorizados maestros del camino de Dios: "El
        que no tiene maestro, es su maestro Satanás..." Es, pues, indispensa-
        ble alguien que instruya, porque este camino, cabalmente por ser  el
        más noble y excelso, está lleno de ocultos peligros, de salteadores que
        cortan el paso, de accidentes mortales por todos lados. No logrará, por
        lo tanto, recorrerlo, sino el hombre valeroso y esforzado que lleve con-
        sigo un experto guía. Sólo entonces se obtiene  el fruto: cuando  el
        maestro de espíritu cumple los deberes que su papel exige y  el no-
        vicio, a su vez, cumple los suyos [83].

        ARTICULO —DE LAS CONDICIONES DE LOS MAESTROS O DIRECTO-
               1 ."
                        RES ESPIRITUALES
          Has de saber que el grado del magisterio espiritual no es la meta
        de la perfección, puesto que también  el maestro busca de su Señor lo
       que todavía no posee. Es lo que Dios mismo dijo a su Profeta (Alco-
       rán, XX, 113): "Di: ¡Oh, Señor!, auméntame la ciencia!"
          La cualidad primera que debe poseer el maestro es la facultad de
       conocer las varias especies de ideas imprevistas que pueden sobreve-
        nir al alma, a fin de discernir cuáles provienen de la concupiscencia,
       cuáles del demonio, cuáles del ángel y cuáles de Dios. Ha de conocer,
       pues, por intuición:  el origen de cada una de estas especies de ideas;
       los movimientos externos que originan; las enfermedades y dolencias
       morales que apartan al alma del verdadero camino que conduce a la
       unión mística; las medicinas, así compuestas como simples, que pue-
        den curarlas; las ocasiones en que el novicio debe emplearlas; los va-
       rios temperamentos humanos; los obstáculos y afecciones externas que
       atan  al alma, como son los padres, los hijos, la familia y  el sultán;
       el arte para tratarlos políticamente y arrebatar de sus manos  al no-
       vicio que de esa enfermedad adolece. Esto, cuando  el novicio sienta
       verdaderos deseos de seguir el camino de Dios, pues  si no los siente,
       será inútil.
          Otro deber del maestro es el no dejar al novicio que salga jamás
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