Page 307 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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2P6 Parte III.— Textos: Tohfa, 15, 16
que recorriendo el camino que a la unión conduce es raptado por Dios,
o bien, porque llega sin rapto caminando. El primero es aquel a quien
Dios arrebata por singular providencia, conduciéndole por el camino,
haciéndolo llegar hasta su proximidad y otorgándole el don gratuito
de las excelsas moradas místicas, sin necesidad de que le importune
pidiéndoselas y sin ocuparse en la disciplina ascética y en el ejercicio
devoto de la soledad. El segundo es el que se ocupa en el combate
espiritual y en la práctica de la soledad, entregándose a Dios por en-
tero. Dios entonces le dirige una mirada de misericordia y le ayuda
con su gracia y auxilio y lo hace llegar a las moradas sublimes en bre-
ve tiempo y con exiguo esfuerzo. El tercero es aquel que recorre todo
el camino con mucho trabajo y esfuerzo en la disciplina del alma, pa-
sando por todas las etapas y estados, hasta llegar a las altas moradas,
por medio de duros combates y repetidas cuaresmas.
CAPITULO 10. DE LA INTUICION, DEL ESTADO TRANSITORIO
Y DE LA MORADA
La intuición es de dos clases: general y especial. La primera es la
que se adquiere por el razonamiento discursivo y se llama conocimien-
to cierto. La segunda es, a su vez, de dos maneras: intuición que se
denomina certeza de visión e intuición que se denomina certeza de
verdad. De ambas, la primera es la intuición lograda por medio de la
visión de Dios en Dios mismo y es patrimonio de los santos; la se-
gunda es la intuición que el espíritu logra con los ojos de la contem-
plación [es decir, viendo en las cosas a Dios], lo cual acaece cuando
los sentidos del corazón están limpios de todas las manchas de la con-
cupiscencia y él se ha desnudado de las adherencias corpóreas y pur-
gado de las cualidades humanas; entonces es cuando al espíritu se le
manifiesta la intuición de Dios con los ojos de la contemplación. A
ello aludió el Profeta cuando dijo: "Haced pasar hambre a vuestros
vientres y desnudez a vuestras espaldas. Quizás así veréis a vuestro Se-
ñor con vuestros corazones." Y cuando al príncipe de los creyentes,