Page 132 - Confesiones de un ganster economico
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                         econométricos. Juntos elaboramos una serie de artículos técnicos destinados a
                         presentar el método de Markov como un sistema revolucionario para predecir
                         cómo   repercuten  sobre  el  desarrollo  económico  las  inversiones  en
                         infraestructuras.
                            Era exactamente lo que necesitábamos: un instrumento que «demostrase»
                         científicamente que estábamos haciéndoles un gran favor a los países cuando los
                         ayudábamos a cargarse de préstamos que jamás estarían en condiciones de
                         devolver. Por otra parte, incluso un economista altamente cualificado necesitaría
                         mucho tiempo y dinero para comprender los intríngulis del método de Markov o
                         cuestionar sus conclusiones. Los artículos fueron publicados por varias
                         instituciones prestigiosas y presentados formalmente por nosotros en
                         conferencias y universidades de varios países. Estos trabajos cobraron mucho
                         prestigio en el sector —y nosotros, sus autores, también. 2
                            Ornar Torrijos y yo hicimos honor a nuestro acuerdo secreto. Me aseguré de
                         que nuestros estudios fuesen correctos y de que nuestras recomendaciones
                         tuvieran presentes las necesidades de los pobres. Aunque llegaron a mis oídos
                         algunas quejas porque mis previsiones para Panamá no aparecían tan infladas
                         como de costumbre, y además se olfateaba en todo ello un recio relente a
                         socialismo, la realidad fue que la administración de Torrijos iba adjudicando
                         contratos a MAIN. En ellos se incluía una novedad: la elaboración de planes
                         maestros innovadores que incluyesen a la agricultura junto con los sectores de
                         infraestructura más tradicionales. Y fui testigo de los contactos entre Torrijos y
                         Jimmy Cárter para la renegociación del tratado del Canal.
                            Estas negociaciones sobre el Canal generaron mucho interés y mucho
                         apasionamiento en todo el mundo. La opinión pública en todas partes estaba
                         expectante sobre si Estados Unidos iba a hacer lo que parecía justo al resto del
                         mundo —es decir, permitir que los panameños asumieran el control — o si, por
                         el contrario, trataríamos de restablecer nuestra versión global del Destino
                         Manifiesto, algo maltrecha tras el desastre de Vietnam. A muchos les pareció que
                         se había elegido para la presidencia de Estados Unidos a un hombre razonable y
                         compasivo justo en el momento más oportuno. En cambio, los bastiones del
                         conservadurismo en Washington y los pulpitos religiosos retumbaron de
                         indignación. ¿Cómo era posible abandonar aquel baluarte de la defensa nacional,
                         aquel símbolo del ingenio estadounidense, aquella franja de agua que ataba los
                         destinos de Suramérica a los caprichos del interés comercial estadounidense?
                            Durante mis viajes a Panamá solía alojarme en el hotel Continental. Pero en
                         mi quinta visita me pasé al otro lado de la calle para residir en el


























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