Page 20 - Arquitectos del engaño
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Londres, 1.998, p. 101). Sólo en París, fueron encarcelados 140 Caballeros Templarios, incluyendo al gran
maestro de la orden Jacques Bernard de Molay. En el fondo documental de la poderosa Logia Masónica del
Gran Oriente, hay un manuscrito, el n º 631, ("Reception au sublim grade de Kadosh"), que afirma que el
nombre real de Jacques de Molay era Bourguignon.
Poco antes de la acción del rey, se habían reunido los Caballeros Templarios y el Priorato de Sión. La
propiedad de los Caballeros Templarios fue confiscada - nueve mil castillos (incluyendo su palacio de París)
y fincas. El rey tomó el control de Chipre.
Este fue el final oficial de la sociedad secreta más poderosos de la historia. Pero Felipe el Hermoso
cometió un grave error. No destruyó el corazón de los Caballeros Templarios, el Priorato de Sión. Por lo
tanto la conspiración continuó.
A los Caballeros Templarios de Bézu los dejaron en paz, sin embargo, ya que gozaban de inmunidad
especial en su sede. La gente de Lorena se negó a obedecer al Papa. Los Caballeros Templarios también se
quedaron solos en Alemania y en Inglaterra. Eduard II primero ignoró la bula papal, pero el 6 de octubre de
1.309, ordenó que se arrestaran a todos los Caballeros Templarios en Inglaterra y Escocia. En realidad sólo
fueron detenidos dos, uno de ellos era el Maestro de Escocia, Walter de Clifton. Sin embargo, fueron
liberados posteriormente.
La historia oficial afirma que los Caballeros Templarios fueron víctimas de la codicia de Felipe el
Hermoso, porque les quería tomar sus posesiones. Pero las propiedades de los Caballeros Templarios fueron
trasladadas a los Hermanos del Hospital de San Juan de Jerusalén o Hospitalarios, no a la corona francesa,
según la bula papal Ad Providam del 2 de mayo de 1.312.
Pero no toda la extensa propiedad de los Caballeros Templarios fue encontrada, ya que habían
logrado transferir una gran parte de su riqueza al extranjero. Sólo se encontraron pequeños activos.
Los Caballeros Templarios también fueron acusados de participar en actividades blasfemas y orgías
homosexuales. Entre otras cosas, creían que debían escupir a un cuervo negro. Un compañero admitió haber
tenido una relación homosexual con Jacques de Molay (Malcolm Barber, "La nueva caballería: Historia de la
Orden del Temple", Cambridge University Press, 1.994). Adoraban al maléfico Baphomet, un ídolo
andrógino y lujurioso. Los rollos del Mar Muerto indican que, según el código judío, la palabra Baphomet en
griego significa Sophia (sabiduría) (Christopher Knight, Robert Lomas, "El segundo Mesías: Templarios, el
sudario de Turín & el gran secreto de la Masonería", Londres, 1998, p. 117). Baphomet necesita sacrificios
de sangre nueva. Esta era la razón de por qué los Caballeros Templarios habían sacrificado niños. Cuanta
más sangre humana era sacrificada, más poderosa se convertiría la orden de los Caballeros Templarios. La
sangre es una sustancia extremadamente mágica, que contiene energías etéreas. Bernard E. Jones afirmó en
su libro "Guía y compendio de los Masones" (Londres, 1.950, p. 547) que en Madrás, India, era común,
sumergir las manos en la sangre de una cabra sacrificada y marcar el marco de la puerta cuando una pareja
de recién casados se trasladaba a su casa. Según la tradición islámica, la sangre es una sustancia muy
peligrosa. No debe ser ingerida y atrae a los espíritus malignos (William Rowles, "Los paganos", Londres,
1948). Para los Caballeros Templarios, Baphomet de Mendes (Asmodeus) era el guardián del tesoro de
Salomón. En el libro sagrado de los judíos, el Talmud, Asmodeus es considerado el jefe de los demonios.
Los antiguos Israelitas sacrificaban simbólicamente el chivo a Azazel, simbolizado por el
pentagrama, que esconde el nombre "cabeza del macho cabrío".