Page 219 - Arquitectos del engaño
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Ni una palabra sobre cámaras de gas ni el holocausto. Estos testimonios originales, por lo tanto, son
de máxima importancia.
En 1.990, la Unión Soviética puso las listas de los muertos de Auschwitz a disposición de la Cruz
Roja internacional. Cubrían el periodo desde agosto de 1.941 hasta diciembre de 1.943 y contenían 66.000
nombres. El número de víctimas de epidemias de fiebre tifoidea, sarampión, vejez y tiroteos durante los años
1.935-45 en Auschwitz ascendía a 73.137. De estos 38.031 eran judíos. La tasa de mortalidad tuvo su
apogeo entre 1.942 y 1.943.
Entre 1.935 y 1.945, un total de 403.713 personas murieron en campos de concentración nazis (The
New York Times, 3 de marzo de 1.991).
Menos de la mitad eran judíos, ya que en muchos de estos campos sólo constituían una pequeña
minoría (en Auschwitz al final la parte de prisioneros judíos era casi del 80 por ciento).
El Canciller alemán Konrad Adenauer afirmó en 1.953 que durante la Segunda Guerra Mundial
habían sucumbido 170.000 judíos. Esta información la dio La Oficina de Información y Prensa del gobierno
de Alemania Occidental (Presse-und Informationsamt aer Bundesregierung).
Es cierto que los comisarios, es decir los agentes de propaganda política comunista, a menudo fueron
liquidados inmediatamente después de su captura. La mayoría de estos comisarios eran judíos. Los judíos
también estaban fuertemente representados en el movimiento partisano, algo que es evidente a partir de
fuentes soviéticas. Unos cuantos judíos que fueron fusilados ni eran comisarios, ni partisanos, ni rehenes.
Fueron fusilados "sólo para estar seguros". No hay excusa para estos asesinatos en masa - pero eso no
justifica todas las mentiras de la exterminación masiva con cámaras de gas.
Los aliados querían impedir que la inhumanidad de los crímenes contra civiles alemanes de los
comisarios judíos en los campos de concentración soviéticos y los de los propios aliados, saliera a la luz en
Núremberg. Después de la guerra entre 12 y 14 millones de alemanes fueron asesinados deliberadamente.
Muchos de ellos murieron en diversos campos después de la guerra. La Unión Soviética en 1.939 recuperó el
territorio tomado por Polonia 20 años antes. Después de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética
permitió a los polacos recortar una quinta parte del territorio original alemán, en total 100.000 kilómetros
cuadrados. 16 millones de alemanes debían ser exterminados o expulsados. Dos millones de alemanes fueron
asesinados en pogromos y en campos de concentración, o murieron de frío y de las privaciones durante el
destierro. Las tropas soviéticas incluso mataban a los prisioneros en los campos alemanes, según el
historiador francés Jacques de Launay ("La gran debacle", París, 1.985).
Los soldados soviéticos no diferenciaban entre alemanes y checos en la "liberación" de
Checoslovaquia. Al mismo tiempo los checos rojos aprovecharon la oportunidad para matar a casi 40.000
civiles alemanes en acciones de venganza entre el 8 y el 25 de mayo de 1.945. La mafia también participó en
la masacre.
Los norteamericanos y los franceses deliberadamente dejaron que más de un millón de prisioneros de
guerra alemanes murieran de hambre y de enfermedades. Muchos fueron ejecutados sin el debido proceso.
Cientos de miles de alemanes fueron asesinados por las turbas comunistas poco después de la guerra. Al
menos cien mil nacionalistas franceses fueron asesinados por los comunistas, después de la guerra. Nadie ha
condenado estos asesinatos en masa. Durante los años 1.945-1.950 unos nueve millones de alemanes
murieron a causa de Plan Morgenthau, que prescribía una reducción sistemática de la capacidad de
producción industrial alemana. Fue una muerte masiva planificada. Dos masones de alto rango, Truman y
Morgenthau, fueron los responsables. Este fue un alto precio a pagar por los alemanes, porque los líderes
nazis judíos dejaron que murieran 170.000 judíos más durante la guerra para asustar al resto para que
emigraran a Palestina.
Este plan fue aprobado por Roosevelt y Churchill en su encuentro en Quebec (Canadá), en agosto de
1.943. Los líderes masónicos contaban con que la implementación del plan Morgenthau habría significado
que morirían entre 20 y 30 millones de alemanes.
En los 1.255 campos de concentración comunistas de Polonia, los comisarios judíos devastaron como
babuinos histéricos: torturaron y asesinaron a 80.000 alemanes ordinarios sin remordimientos. El periodista
judío John Sack lo describió en su libro "Ojo por ojo" (Nueva York, 1.993). Algunos de estos judíos
criminales fueron: Lola Potok, Itzak Klein, Moshe Grossman, Shlomo Singer, David Feuerstein, Aaron
Lehrman, Efraim Lewin, Mordechai Kac, Nachum Solowitz, Schmuel Kleinhaut y Schlomo Morel. ¡Ay de
los vencidos! Los aliados sabían lo que estaba pasando, pero no quisieron interferir. Sólo Schlomo Morel
durante siete meses torturó hasta la muerte a 2.500 personas, incluyendo niños y ancianos. Tras la caída del
comunismo, logró escapar de la justicia polaca y huir a Israel.