Page 38 - MANOA VR E.I.
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La grabación se convirtió así en una práctica disciplinar colectiva, donde la cá-
               mara y la iluminación no solo documentaban, sino que exigían rigor: cada encuadre

               revelaba lo que funcionaba y lo que debía corregirse, obligando a los intérpretes a mo-
               dular su energía, calibrar los tiempos de acción y sostener la intensidad dramática. La

               cámara, lejos de ser un dispositivo neutro, se constituyó como un agente que moldeaba

               la actuación y la dramaturgia.
                       El paso siguiente consistió en la producción virtual, donde las imágenes captu-

               radas fueron sometidas a rotoscopia, recorte y tratamiento cromático para integrar-

               las en los entornos digitales diseñados en Unreal Engine. Este proceso evidenció lo que
               José Antonio Sánchez (2007) denomina una dramaturgia distribuida: la narrativa no

               estaba concentrada en un texto, sino que se desplegaba en la interacción entre cuerpos

               grabados, atmósferas digitales, texturas e iluminación.
                       De este modo, la Fase 3 puede entenderse como un acto escénico en sí mismo: un

               cruce entre lo técnico y lo artístico, donde la disciplina del registro audiovisual se con-
               virtió en un espacio de aprendizaje situado –Wenger (1998)- y en una experiencia esté-

               tica plena –Dewey (1934)-. La grabación no fue un simple medio para obtener material,

               sino un escenario vivo donde se encarnaron los gestos, las memorias y las tensiones que
               sostienen el relato de VICTOR.

                       La producción virtual representó una segunda capa de creación, en la que el tra-
               bajo corporal de los integrantes de La Farsa fue reconfigurado y resignificado al inte-

               grarse en los escenarios digitales construidos en Unreal Engine. Lo que en la graba-

               ción aparecía como acciones físicas frente a un fondo neutro, en este proceso adquirió
               densidad narrativa, al convertirse en presencias que habitan atmósferas cargadas de

               tensión, vigilancia y desgaste.

                       Este ensamblaje técnico no se limitó a un ejercicio de montaje, sino que constituyó
               una forma de relectura artística. Cada gesto, cada movimiento y cada silencio fue resig-

               nificado en relación con los espacios virtuales: caminar en solitario ya no era solo una

               acción física, sino una metáfora del aislamiento; encender un cigarrillo se convertía en
               un signo de resistencia; mirar hacia el vacío, en una imagen de alienación. Así, las de-

               cisiones técnicas dieron lugar a una nueva dramaturgia, expandida y compartida entre
               cuerpos, imágenes y entornos digitales.
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