Page 36 - MANOA VR E.I.
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Fase 2.2

                       Esta  fase también implicó  el desarrollo  escénico de una estructura  narrativa
               dividida en dos perspectivas. Esta decisión permitió construir un relato fragmentado

               que transita entre la intimidad desgastada del protagonista y la búsqueda obsesiva del
               agente que reconstruye su historia, estableciendo una dramaturgia inmersiva que se

               despliega en capas temporales, espaciales y emocionales.

                       La primera perspectiva se centra en José Luis Contreras Carreño, un agente so-
               litario que investiga el asesinato del jefe de Víctor. Su presencia en escena es silencio-

               sa, observadora, metódica. A través de sus recorridos por los espacios que frecuentaba
               Víctor —la oficina, el bar, su hogar— el espectador accede a fragmentos de una vida ya

               ausente. Su figura encarna la mirada inquisitiva y al mismo tiempo el desconcierto ante

               una historia que no encaja en los moldes clásicos de justicia.
                       La segunda perspectiva, más íntima, nos lleva al día a día de Víctor: su rutina

               laboral, los maltratos de su jefe, la soledad de su casa, la repetición mecánica de una

               existencia vacía. Aquí el ritmo se desacelera aún más, permitiendo que cada gesto, cada
               mirada al vacío, cada paso contenido, revele la carga emocional del personaje sin ne-

               cesidad de palabras. Esta dimensión humaniza el relato, permitiendo que la historia

               personal del abuelo que inspiró la canción se expanda poéticamente en escena.
                       Ambas líneas narrativas están construidas para cruzarse en los espacios com-

               partidos: el bar, las oficinas, el apartamento. La decisión de que el agente transite los
               mismos escenarios que habitó Víctor permite establecer una conexión sensible entre am-

               bos personajes, una especie de eco emocional que activa la memoria del espacio. Cada

               lugar funciona como un contenedor de huellas, donde el cuerpo del investigador y el del
               vigilante se entrelazan simbólicamente, sin encontrarse directamente.

                       Los integrantes de La Farsa asumieron distintos roles en este universo escéni-
               co: agentes de apoyo, policías, trabajadores, sombras que habitan la ciudad virtual. Su

               participación no fue solo actoral, sino dramatúrgica: aportaron gestos, ideas, miradas

               que enriquecieron la construcción del relato desde lo colectivo.
                       (Con las cartas sobre la mesa Olga decide reunirse con todos los agentes antes del

               gran golpe y compartir sus hallazgos)
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