Page 118 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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122 MITOS Y CUENTOS EGIPCIOS DI· Ι.Λ ÉPOCA FARAÓNICA
divinidad—Rapaz y Uránico, el Dios del Mar quiere imponer su ley a los
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otros dioses; les obliga a pagar un tributo, «el tributo del Dios del Mar»3,
cuya mención reaparece frecuentemente a lo largo del relato; se arroga
derechos y prerrogativas de «soberano» (HqA), y amenaza con encadenar
a quienquiera que se resista a su voluntad. La Enéada divina vive en el te
rror, y el Dios del Mar no se deja apaciguar con ningún obsequio. Rene-
nutet, la diosa de las cosechas, que, en vano, le ha llevado ofrendas, pro
pone entonces llamar a Astarté, «la hija de Ptah, diosa irascible y
violenta». Ella acude, y se le encarga ir a encontrarse con el Dios del Mar
y entregarle el tributo habitual de los dioses. Resignada, marcha a cumplir
esta delicada misión. Pero el dios la encuentra en la orilla y, lejos de de
pararle una mala acogida, queda prendado de ella y pide su mano a Ptah
y a la Enéada, comprometiéndose, si se le concede a Astarté, a dejar en
paz en adelante a los demás dioses. Astarté es aclamada por las divinida
des de la Enéada, que le ofrecen un lugar entre ellas. Sin embargo no pa
rece que, una vez convertido en esposo de Astarté, el Dios del Mar haya
dado fin a sus exigencias: la diosa Nut debe a su vez pagarle un tributo y
sacrificarle su collar de perlas. Nada, en realidad, puede satisfacer a ese
dios insaciable, que finalmente amenaza con recubrir cielos y montañas.
De Astarté no se hace mención en los fragmentos cada vez mas reduci
dos que forman la segunda parte del cuento, y no se ve bien cómo ter
minaría la lucha eterna entre el mar y los dioses.
Tal sería en sus grandes líneas, según Gardiner, el «guión» de este cuen
to. Podría igualmente, o mejor aún, titularse «Leyenda del Dios del Mar».
Es cierto que no podemos disimular todo lo que de frágil y conjetural tie
ne esta reconstrucción: sólo el descubrimiento de nuevos fragmentos,
proporcionando un texto más completo y seguro, permitiría controlar su
exactitud. Dado el actual estado de cosas, se presenta al menos como la
más apropiada sugerencia, superior a las hipótesis propuestas por los sa
bios que precedentemente habían estudiado los restos del manuscrito.
Nuestro cuento, posiblemente escrito bajo el reinado de Horemheb,
en la confluencia de las dinastías XVIII y XIX, puede ser considerado,
desde el punto de vista filológico, como una obra de transición. La orto
grafía en conjunto se ajusta todavía a los usos de la época clásica, no ha
biendo sufrido aún los vocablos las enojosas alteraciones que debían apli
carles, como por placer, los escribas ramésidas; pero la gramática y la
lengua son ya las de los textos de la dinastía XIX. No hay palabras para
lamentarse del hecho de que este relato nos haya llegado tan mutilado e
incompleto: intacto, hubiera ayudado, mejor que cualquier otra obra, a
aclarar y fijar las reglas de la gramática del neoegipcio.
Más interesantes y completos aún podrían haber sido los datos que se
habrían extraído relativos a las influencias que se encuentran en el origen
3 Pi m w a p i ym , es decir: el tributo de Dios del Mar.