Page 148 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
P. 148

CUENTO DE LOS DOS  HERMANOS                             155


     sacos de cebada, en total cinco, he aquí lo que hay sobre  (mi)  espalda».
     Así le dijo él, pero ella le  [dirigió de nuevo la palabra], diciéndole: «Hay
     en ti una [gran] fuerza, y observo cada día tu vigor». Deseó conocerlo con
     un conocimiento de hombre21. Se levantó pues, lo asió y le dijo: «Ven, pa­
     semos una hora  (juntos), acostémonos22:  sacarás provecho de ello, pues
     yo te haré hermosos vestidos». Entonces el joven se puso como un leo­
     pardo  que  se llena de  furia23, a causa de las viles  propuestas  que ella  le
     había dicho, y ella tuvo miedo, mucho  miedo.  Entonces él le habló, di­
     ciendo: «¡Cómo! Tú eres /[3, 10] para mí como una madre, tu marido es
     para mí como un padre; y él, mi mayor,  es quien me ha criado. ¿A qué
    viene /[4,1] esta gran abominación que me has dicho? ¡No me la digas de
     nuevo! Yo no repetiré esto a nadie y haré que esto no salga de mi boca
     sea quien sea». Se cargó con su fardo y se fue a los campos. Llegó donde
     su hermano mayor y se pusieron a trabajar enérgicamente en el trabajo al
     que se dedicaban.

    La calumnia


       Después, en el momento del atardecer, su hermano mayor volvió24a
     la casa;  sin embargo, su hermano pequeño estaba (aún)  tras de sus bes­
     tias, cargaba sus espaldas25con todas las cosas de los campos, y traía a los

     animales /[4,5]  ante sí, para hacerles dormir en su establo que estaba en
     el poblado.
       Por entonces la mujer de  su hermano mayor se había llenado de te­
     mor a causa de  las  propuestas que  ella había hecho.  Fue  pues  a buscar
     grasa y sebo y fingió que había sido golpeada26, para decir a  su marido:
     «Ha sido tu hermano pequeño el que me ha golpeado».
       Y    cuando su marido volvió por la tarde, según  su cotidiana costum­
     bre, y llegó a su casa, encontró a su mujer acostada y fingiendo estar en-


       21 Es decir: como una mujer conoce a un hombre, mantiene con un hombre relaciones ín­
     timas. La misma expresión m rh n eh$wty, pero aplicada esta vez al deseo de un hombre, apa­
     rece en  l 'erdüd, 4,4. Otros ejemplos del verbo rh «conocer», en sentido sexual: Ptabotep, 288; 7ÀS
     47  (1910) pp. 92 y 95  (inscripción biográfica del gran sacerdote Amenemhat, 1. 5).
       22 El mismo texto, pero más correcto (sdr.n) en ].*5, 1  y 7, 6. Para la expresión irí wnwt «pa­
     sar una hora», «divertirse», cfr. más arriba, p. 95, nota  13.
       r’ El participio knd, precedido de W, que lo pone de relieve  (Lefebvre, Grammaire,  § 426),
     está seguido de una palabra, posiblemente un adverbio, que ha desaparecido.
       24   El verbo  w h c significa «dejar el trabajo»  (Wörth:  1,  349, V a), de donde «volver (a casa)
     tras  el  trabajo»  (ZAS  74  (1938)  p,  145).  El mismo empleo más  adelante 1. 4,7;  13,7;  13,8  (cfr.
     también 1.  1,5).
                         (
       ^ Lit. «él se cargaba», mtwf conjuntivo) itp.f. Cfr. 1. 3,3, iw.fhr3tp.f«cl se cargó». Las «co­
     sas de los campos» que lleva a cuestas  son hierbas  (forraje y legumbres), como se ve más ade­
     lante, 1. 5,7,
       2(1  Lit. «ella  se  transformó  falsamente (n cdi) como en  una  que  ha  sido golpeada».  Igual­
     mente 1. 4,8, «fingiendo estar enferma» mr.ti n cdi. Cfr. JEA 22 (1936), p. 44.
   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153