Page 61 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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64         MITOS Y CUENTOS EGIPCIOS DE LA ÉPOCA FARAÓNICA


      (otros)  congéneres.  Sin mencionarte a una hija de corta edad que había
     logrado gracias a las oraciones31. Una estrella /[130] cayó, y se quemaron
     por su causa32. Ello sucedió cuando yo no estaba con (ellos); se quema­
      ron sin que estuviera en medio de ellos. Yo (creí) morir a causa de ellos
     cuando los encontré en un único montón de cadáveres.
        Si  eres  fuerte,  domina  tu  corazón:  acogerás  en  tu  seno  a  tus  hijos,
      abrazarás  a  tu mujer, volverás  a ver tu  casa,  y esto vale más  que  nada.
      /[135] Volverás al país en que vivías en medio de tus hermanos».
      Diálogo

        Entonces, habiéndome tendido sobre mi vientre, toqué (con la fren­
      te) el suelo delante de ella, diciéndose): «Hablaré de tu poder al Sobera­
      no, y haré que esté informado /[140] de tu grandeza. Te haré traer (per­
      fumes) idi, hekenu, iudeneb, kbesayt, así como incienso33 de los templos por
      medio del cual se regocijan todos los dioses. Contaré lo que ha sucedido
      (en esta isla), teniendo presente lo que he visto por obra de (tu) poder34.
      Se darán gracias a ti en la ciudad, ante los notables de todo el país. Sacri­
      ficaré /[145] para ti toros en holocausto, en tu honor retorceré el cuello
      a aves. Haré que vengan para tí navios cargados con todos los productos
      preciosos  de  Egipto,  como  ha  de  hacerse  para  un  dios  que  ama  a  los
      hombres35 en un país lejano que la gente desconoce».
        Entonces se rió de mí36, (o mejor) de lo que yo había dicho y que con­
      sideraba insensato,  /[150]  diciéndome, «No tienes bastante olíbano, ha­
      biendo nacido37 como poseedor de resina de terebinto. Pero en cuanto a
      mí, que soy el príncipe del (país del) Punt, el olíbano me pertenece; y en


        31  Cfr.  Gardiner, Eg.  Gram., § 457. Las palabras sSt ktt podrían también, por la ortografía,
      traducirse por «la hija de una (mujer) humilde»: cfr. Gunn, Studies, cit., p.  160. ¿Se trata de una
      niña, la única representante de la especie humana en esta isla de serpientes? La frase es oscura.
        32 [N. del T,: La historia de la estrella que cae (o del meteorito) no es rara en la mitología de
      pueblos del Antiguo Oriente y del Levante Mediterráneo. Se rinde culto a las «piedras del cielo»
      (la Kaaba de La Meca es en la actualidad un estupendo exponente). Por otro lado sabemos que
      desde el Predinástico en Egipto se emplea el hierro meteórico, no por sus aplicaciones prácticas
      sino entendiéndolo dotado de un sentido religioso; se le llamará el «hierro del cielo» (bii n pt),
      y se empleará en rituales, como en la ceremonia dc la «Apertura de la Boca».]
        33 Lit. «resina de terebinto» sntr (cfr. más arriba, p. 51, nota 123). En cuanto a los perfumes
      antes citados, no  son identificables, salvo quizás el primero  (ibi-ibrí),  que  sería el ládano, y el
      último (hsiyt), que se piensa pudiera ser una variante de la canela  (ΚΟίσσία).
        34 Lit. «mi rostro estando en esto que yo hava visto por (su=tu) poden>.
        33 «Los hombres», por excelencia, o sea, los egipcios.
        36 La Serpiente ríe, pues no tiene necesidad de recibir de Egipto los productos que ios egipcios
      solían ir a buscar en su derra. La traducción literal es: «...de lo que yo había dicho locamente (m  n f),
      a su juicio (m ib .f )». Para la aposición im.i, in nn dd(w).n.i, cfr. J. Spiegel, en ZAS 71 (1935) p. 65.
        37 Leer: hpr.t(i)  <m> nb sntr.  La frase  significa:  en tanto que  tú,  tú eres originario de un
      país que produce en abundancia la resina de terebinto. (A decir verdad, esta resina se recolecta­
      ba sobre todo en los confínes del noroeste de Egipto, en Libia.)
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