Page 58 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
P. 58
CUENTO DEL NÁUFRAGO 61
de12 a bordo de un navio de ciento veinte codos de largo por cuarenta co
dos de ancho13. Lo ocupaban ciento veinte marinos, de la elite de Egip
to: ya vigilasen el cielo, ya vigilasen la tierra, /[30] su corazón era más re
suelto que (el de) los leones. Podían predecir una tormenta antes de que
llegara y una tempestad antes de que se produjera14.
La tempestady el naufragio
Una tormenta estalló cuando estabamos en el Gran Verde, antes de
que pudiéramos alcanzar tierra. Se continuó navegando, /[35] pero la
tormenta se acentuó, levantando una ola de ocho codoslD un trozo de
:
madera me lo allanó a fuerza de golpes. Después el navio pereció, y de
los que a bordo estaban no quedó ni uno solo. Y fui depositado / [40]
en una isla por una ola del Gran Verde. Pasé tres días solo, no tenien
do por compañero más que a mi corazón; yaciendo inerte bajo el abri
go formado por un árbol(?), alcancé la sombra16. /[45] Después estiré
las piernas en busca de alguna cosa que llevarme a la boca. Encontré
allí higos y uvas, legumbres magníficas de todo tipo, frutos del sicó
moro sin entalle y (otros) con entalle17, /[50] y pepinos, como si estu
vieran cultivados. También había allí peces y pájaros. Nada había que
no se encontrara allí. Me sacié entonces y tiré por tierra (una parte de
estos víveres), pues tenía demasiado para llevar18. Después, habiendo
12 «El Gran Verde», expresión debida a Maspero en Le Musée Egyptien I (1890-1900), pp. 42-43,
retomada por Victor Bérard y que conservo por su pintoresquismo, aunque w?d w r significa más
exactamente «la gran (extensión) verde»: aquí, el mar Rojo. Cfr. más arriba, p. 38, nota 24, «la Muy
Negra». Las «minas del Soberano», probablemente minas de cobre, se encontraban en el sur de la
península sinaítica. [N. del T.: Hay opiniones diferentes sobre el sentido de la palabra «Gran Verde»
y su relación con el mar. Cfr., por ejemplo, C. Va n d i-.rsi ,γλέν, L 'Egypte et la vallée du Nil. Tonie II: De
la fin de ¡Ancien Empire à lu fin du Nouvel Empire, Paris, PUF, col. Nouvelle Clio, 1995, passim]
1-1Aproximadamente sesenta por veinte metros: era un gran navio.
14 [N. del T.: Los daros sobre el barco y su tripulación son posiblemente exagerados, dirigidos a
despertar la admiración y el interés del lector. Sabemos que sólo los grandes navios de carga, destina
dos por ejemplo a transportar bloques monolíticos, columnas, obeliscos, etc., alcanzaban las dimensio
nes que nuestro relato expresa. Y con respecto a la tripulación, normalmente no pasaría de veinte o
treinta hombres (aunque por supuesto hay excepciones). Cfr. D. Jo n h s, Boats, Ixmdres, BM Press, 1995.]
Lit. «redobló, estando en él una ola de ocho codos», Fn la frase que sigue tenemos la
construcción /7í+sujeto+participio: Lit. «es un trozo de madera (proveniente del barco destrui
do) el que lo aplanó (s = sy, la ola) en mi beneficio (n.i)». Este fragmento de madera, que, des
montado, machaca con repetidos golpes (hh) al mar, termina por rebajarlo, volviéndolo así ino
fensivo para nuestro héroe (debo esta interpretación a V. Loret).
16 Es decir: busqué la sombra, y la acogí con gusto. \N. del T.: ¿No se tratará quizás de una
expresión metafórica por «desmayarse»?.]
1 Sobre la diferencia entre los frutos del sicomoro llamados kau v nequt, ver Keimer, en Acta
Orientalia 6 (1928), p. 288.
18 Lit. «porque (esto) era mucho (demasiado) sobre mis manos». Hambriento, se precipitó
ávidamente sobre todos los frutos y legumbres, y había sobrecargado sus manos, hasta el pun
to de verse obligado a tirarlos enseguida al suelo.