Page 55 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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58 MITOS Y CUENTOS EGIPCIOS DE LA ÉPOCA FARAÓNICA
La isla adonde una ola del Gran Verde ha arrojado al Náufrago es de
nominada, 1. 114, «la isla del ka.». Originalmente, el ka es una potencia in
visible que nace con el hombre, le acompaña durante su vida y, aban
donándole a su muerte, continúa sin embargo representando la
personalidad del ser con quien había coexistido en la tierra: esta noción
corresponde así aproximadamente a nuestro concepto del alma. Por ex
tensión del sentido, el ka es también la fuerza vital, el principio de la vida,
y también además todo aquello que puede nutrir la vida de un individuo:
los alimentos, los favores del rey, etc. La isla del ka sería pues la isla en la
que se encuentra la abundancia, «todas las cosas buenas» (1. 116) que con
tribuyen a asegurar la existencia: ésta es la interpretación de Erman. De
todas maneras también podemos comprenderlo, con Golénischeff y
Gardiner, refiriéndose al sentido primitivo de ka·. la isla del Espíritu, la
isla del Fantasma, es decir, la «isla encantada»3.
Estaba situada hacia el «país del Punt»: este nombre parece designar,
hasta el final del Imperio Medio, la costa occidental del mar Rojo, desde
Suakim quizás hasta Massauah, así como las islas que se encuentran fren
te a ella4. En la dinastía XVIII, esta denominación se extendió al resto de
la costa hasta el cabo Guardafui (tierra de los somalíes, en el límite del
mar Rojo y del golfo de Adén). Por otra parte, no es imposible que la ex
presión haya englobado más tarde la costa opuesta, de Arabia, y espe
cialmente Yemen (donde se encontraba el reino de la famosa reina de
Saba).
Desde el Imperio Antiguo los egipcios enviaron al país del Punt ex
pediciones encargadas de traer esencias aromáticas y olíbano. Desde
Coptos atravesaban el desierto y alcanzaban el mar Rojo; aquí construían
barcos y emprendían la ruta hacía el sur. La navegación no transcurría
siempre sin incidentes, pues la costa es escarpada, erizada de arrecifes y
de islotes. Estos viajes eran fatigosos, azarosos incluso, y aquellos que re
gresaban no dejaban de añadir a la realidad de sus aventuras algunos de
talles maravillosos, susceptibles de encantar y de sorprender a su audito
’ [N. del T.: El concepto de ka es uno de los más problemáticos y susceptibles de estu
dio e interpretación que existen en el ámbito de la religión egipcia. Un tratamiento clásico del
tema puede verse en H. Kl;.i ;s, 7 'ote ngla aben und }enseitsvorslellungen der alten Ägypter, Leipzig,
1926, pp. 54-88. Para una buena puesta al día, con especial referencia al Reino Andguo, véase
A. C> Bolshakov, «Man and his Double in egyptian ideology of the Old Kingdom», ÄAT 37,
Wiesbaden, 1997, especialmente la Parte II (pp. 123 y ss.). Para una primera aproximación, cfr.
LA,, III, pp. 275 y ss.]
4 Aparte de otras objeciones, supone una localización excesivamente norteña en el mar
Rojo identificar, como propone Wainwright, ¡BA, 32 (1946) p. 31, nuestra isla con la isla de
Zeberged (llamada también de St. John), a la altura de Ras Benâz y del puerto de Berenice. (Cfr.
nota 30). [Para la espinosa cuestión de la personalidad geográfica del Punt, se puede acudir
siempre a I^A IV pp. 1198-1201, o si se prefiere, en castellano, A. Pérez Largacha, «Las pri
meras tierras míticas», en F. Gómez Espelosín v otros. Tierras fabulosas dc la Antigüedad, Madrid,
1994, pp. 11 y ss.]