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La visita venezolana empieza a incomodar en la isla feliz
Foto Pixabay
Los ven con sus maletas bajo el sol dando vueltas por el único bulevar de Aruba, un
país de un poco más de 100.000 habitantes. Hacen cola en los cajeros y también
venden cerveza en las playas. Son los venezolanos que viajan a “raspar el cupo”
autorizado por Cencoex. La multiplicación de una práctica vieja, que no se ha frenado
pese a los intentos del gobierno por controlarla, comienza a generar problemas en la
isla. El Parlamento arubeño discute el tema, el primer ministro tomará medidas. La
fluida relación de vecinos, separados por una franja de mar de apenas 25 kilómetros,
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Casi media hora duró el trámite. “Buenos días, su pasaporte. ¿Puede mostrar todo el
dinero que trae en efectivo y la tarjeta de crédito?”, interroga una funcionaria a una mujer
venezolana que llega al aeropuerto de Aruba. Cuenta uno a uno los billetes. “¿Tiene una
carta de garantía? Permítame verla”. Verifica los datos, le pide a la venezolana que se
ubique a un lado a esperar. Se hicieron llamadas y se verificó que era real la carta de
respaldo, que ahora deben otorgar arubeños o residentes a visitantes venezolanos sin
reserva de hotel. No cualquiera puede dar una carta de garantía. Debe demostrar que se
tienen ingresos por cantidad sobre los 4.500 florines (2.500 dólares) al mes para respaldar
la estancia del extranjero. A la mujer le pidieron el documento original que estaba del otro
lado de la taquilla de Inmigración, en la mano de los familiares que la esperaban como
tantas veces que ha ido a un país que es su otra casa. Sellado el pasaporte, finalmente
ingresó a la isla, a 25 kilómetros de la costa venezolana, tan lejos como los están Caracas
y La Guaira.