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CAPÍTULO CATORCE









                  E

                                l proceso de conversión de Agustín al cristianismo


                                fue agotador. Sólo de imaginar su separación con el

                                poder,  es  motivo  de  encogerse  de  hombros  y


                  admiración. Agustín había llegado a la cima del poder. A esta

                  ruptura  le  sumamos  la  ruptura  con  muchos  de  sus  amigos,


                  fieles al imperio romano, a los oficios imperiales y mandatos

                  del emperador. La ruptura con las prácticas religiosas por las

                  cuales  había  pasado,  la  astrología  y  la  superstición.  El


                  estoicismo  racional,  evitar  toda  pasión  en  base  a  la  razón.

                  Maniqueísmo  sincretista,  explicar  lo  inexplicable.  La  ruptura


                  con  sus  propios  apetitos  carnales,  sobre  todo,  en  el  plano

                  sexual  que  tanto  le  costó  superar.  En  fin,  la  ruptura  con  su


                  propio  ego,  era  un  hombre  muy  pagado  de  sí  mismo.  Es

                  doloroso  solo  pensar  en  este  proceso  de  cambio  y  es  más


                  doloroso para quien lo vivió. Es tal la pasión que este sentía

                  por algunos placeres, que ellos mismos cuando lo miraban en





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