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CAPÍTULO TRECE
E
l lado débil de Agustín era el hombre, su fragilidad
era el drama humano, las búsquedas, los vericuetos
de la vida, la organización, los sentimientos, las
verdades eternas; todo eso presente en aquellos libros de
Plotino. Otra vez, como cuando tenía diecinueve años,
comienza a despertar el fuego interior. Esta vez, la sabiduría
de aquellos libros lo llevaron a interrogarse a sí mismo, a
confrontarse con su realidad, a no engañarse. Ahora, la crítica
de los fenómenos del exterior debía, dirigirse a su interior.
Agustín debía plantearse de acuerdo a los libros que estaba
leyendo preguntas como: ¿Quién soy?, ¿por qué estoy aquí?,
¿tiene sentido que haga esto?, ¿por qué lo hago?, ¿vale la
pena servirle a quien le estoy sirviendo?, ¿por qué al
emperador y no a otro?, ¿qué es lo que necesito para ser feliz?,
¿dónde está lo que busco?, ¿por qué no lo he encontrado?,
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