Page 140 - Desde los ojos de un fantasma
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—No, gracias. Ya estoy muy nervioso. Una taza bastaría para ponerme a temblar
como una hoja.
—¿Nervioso?
—El secuestro, usted sabe…
—Tiene razón; supongo que secuestrar a alguien debe de ser difícil.
Míster Ru asintió con la cabeza y se dirigió hacia el sillón. Sus pasos torpes y su
rostro preocupado dejaban en claro que algo no funcionaba correctamente en su
interior.
—¿Se siente bien? —preguntó Juan Pablo.
—Si quiere que sea sincero debo decirle que no sé qué me pasa. No me siento
con ánimos de secuestrar a nadie.
—Podemos dejarlo para otro día.
—Imposible, tengo un compromiso con la compañía. Además me apenaría
mucho incumplir con usted —dijo el ejecutivo seriamente contrariado—. Un
artista de su talla merecería un secuestro de primer nivel: raptarlo en un
helicóptero que descendiera sobre el escenario en medio de un concierto, algo
así. Un rapto espectacular. Ya bastante grosería le estoy haciendo al presentarme
aquí sin un plan elaborado como para encima posponer la operación.
—Por mí no se preocupe, siempre he preferido la sencillez.
—Me encargan secuestrar al fadista más importante del momento, y ¿qué es lo
que hago? —exclamó para sí mismo el empleado de Smileys—: presentarme en
su casa antes de tiempo con unas esposas y un esparadrapo. ¡Qué total falta de
imaginación la mía!
—Calma, amigo. No se ponga así.
—Soy una basura.
—Yo no esperaba nada del otro mundo, de verdad.