Page 141 - Desde los ojos de un fantasma
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—Soy un cobarde.


               El secuestrador se iba hundiendo cada vez más en el sillón. Era evidente que lo
               había atrapado una profunda tristeza. Tan abatido estaba que unas pequeñas
               lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas.


               —De verdad que no es para tanto —intentó consolarlo el fadista—. Yo nunca me
               he considerado alguien especial. Seguro que el secuestro le saldrá muy bien.


               Entonces el hombre comenzó a sollozar a lágrima viva. Juan Pablo, un poco para
               ayudar a tranquilizarlo y un poco porque le incomodaba tener a un extraño
               llorando frente a él, se dirigió a la cocina para preparar un té. Cuando regresó le
               extendió la taza sin decir nada. El raptor sin vocación bebió un sorbo y después

               de un rato, un poco más calmado, le hizo una pregunta a Juan Pablo.

               —¿Sabe cómo me llamó?


               —Míster Ru, si no me equivoco.


               —¿Y sabe por qué?


               —Ni idea.


               —Me llamo así en honor a todas las palabras bruscas que empiezan son la sílaba
               ru.


               —¿Hay muchas?


               —Unas cuantas: ruin, rudo, rutón, rugidor… Son bastantes.

               —¿Quién lo bautizó así?


               —Eso no importa —dijo Míster Ru limpiándose los mocos que le escurrían de la
               nariz. De vez en cuando sufría esos horribles espasmos que acompañan el llanto
               —. Me llaman Míster Ru y en realidad en cinco años de trabajo nunca me he

               atrevido a realizar ningún acto ruin ni rudo ni rupestre.

               —¿Y entonces por qué le dieron esa responsabilidad?


               —En Smileys & Inc. & Inc. & Inc. & Inc. nada es lo que parece: los cantantes
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