Page 56 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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NAUFRAGANOMBRES
Juan Pablo Gázquez
CATERINA CAMINABA POR EL parque cuando lo vio.
Era jueves. De haber sido miércoles, nunca se le habría ocurrido mirar hacia
arriba. Los miércoles, Caterina apuntaba toda su atención al suelo porque le
parecía que era el día más propicio para descubrir arañas brillantes, escarabajos
o ciempiés, e incluso, si tenía suerte, alguna ardilla que hubiera descendido a
tierra.
Puedes apostar todo el oro del mundo a que no lo habría visto, pues el niño
estaba muy pero muy callado allá en lo alto. Por suerte (o por mala suerte, solo
el resto de esta historia lo dirá), como cada jueves, Caterina estaba mirando
hacia arriba.
Todos los árboles del parque estaban poblados por gorriones pardos y urracas
negras. Todos menos uno, cuyos vuelos y aleteos eran todo azul y amarillo. Hace
unos años, un ingeniero aeronáutico que volvía del mercado tropezó con una
raíz. La jaula que cargaba en los brazos voló por los aires, se estrelló contra el
suelo y la pareja de periquitos australianos aprovechó la oportunidad para
escapar volando. Los pájaros evadidos anidaron en aquel árbol por sus ramas
amplias y frondosas. Desde entonces, poco a poco, Caterina había visto crecer la
familia.
La semana pasada había contado veintidós periquitos: ocho verde-amarillos,
catorce azules.
Pero este jueves su cuenta se detuvo en seco porque en lugar del periquito
número siete se apareció entre las hojas la cara de un niño. No se había
equivocado. Estaba de pie en una rama muy pero muy alta, y Caterina se
preguntaba cómo diablos se las había arreglado para trepar hasta allá arriba sin
ayuda: las ramas más bajas estaban totalmente fuera de alcance. Definitivamente