Page 91 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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—Creo que es una técnica de curación japonesa a través de las manos.


               Un gesto cómplice se hizo entre las dos amigas, uno que claramente decía:
               “Vaya, las cosas que no inventan”.


               Maribel continuó examinando las hojas de colores que su vecina le había
               conseguido.


               —¿No hay nada de baile?


               —Hay clases de salsa y de jazz.


               Patricia Ruiz le alcanzó entonces una hoja rosa donde se anunciaban clases
               diarias de diversos bailes.


               —Hay hasta clases de tango y flamenco —exclamó maravillada Maribel.


               —Te dije que el club es muy completo.

               La señora Orozco sonrió mientras servía un poco más de café a las dos tazas que

               se encontraban sobre la mesita de centro y comentó:

               —Cada vez estoy más contenta de que hayamos podido encontrar esta casa.


               —Tuviste mucha suerte. —Patricia Ruiz comenzó a ordenar las hojas que
               tapizaban la mesa—. He sabido de gente que ha estado en la lista de espera por
               diez años.


               —Es tan difícil encontrar una colonia decente en esta ciudad.


               —Todos los que vivimos aquí nos sentimos privilegiados. La seguridad es de
               primera. Tenemos todos los servicios. Y lo más importante: todos los vecinos
               son gente muy respetable.


               Maribel vertía en su café el contenido de un sobre de edulcorante de bajas
               calorías, mientras le decía a su amiga:


               —Te confieso que antes de la resolución, apenas si dormí. Por un momento creí
               que la junta vecinal no nos aceptaría.


               —¿A una familia tan linda como la tuya?
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