Page 92 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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Las dos amigas paladearon sincronizadamente el líquido de sus respectivas
tazas; un discreto trago que parecía provenir de dos expertas catadoras de vino, y
no de un par de amas de casa reunidas en una tarde de noviembre tomando café
y galletas.
—¿Y cómo va Natalia? —preguntó la señora Ruiz después de una breve pausa.
—La maestra dice que va muy bien —respondió Maribel Orozco con gran
orgullo.
—Es maravilloso que se haya adaptado tan pronto.
—Y eso que es ya nuestro tercer cambio de casa en un año.
Patricia tuvo que dejar su taza, ante la sorpresa que no pudo evitar externar:
—¿Tres mudanzas en un año?
—Es por el trabajo de mi marido.
La señora Ruiz no sintió en ese momento curiosidad por el trabajo del marido de
Maribel. Lo que hizo fue echar una mirada a la estancia y preguntarse cómo le
habían hecho para tener tan arreglada la casa. Recordó cómo ella misma todavía
había tenido cajas estorbando en el pasillo dos meses después de haber hecho esa
última mudanza varios años atrás.
—Lo bueno es que ya están muy instalados.
Maribel Orozco pudo ver la admiración en el rostro de su vecina ante el orden en
la gran sala y comedor, y no pudo evitar proponer:
—¿Quieres conocer la casa?
—Yo tengo miedo de que algo así pase con Jennifer —se atrevió a confesar la
distinguida Lorena, sin poder apartar la mirada de la crinolina del vestido de
Nicole.
—¿Por qué, comadre? —Ahora tocaba el turno a Susana Aguilera de mostrarse