Page 95 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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puerta corrediza de cristal. Gran refrigerador, cocina integral con tableros de
mármol verde. Halagos de Patricia Ruiz y más plática iniciada por ella misma:
—¿Y no has pensado en un hermanito para Natalia?
—Pues por el momento hemos decidido esperar un poco —dijo Maribel Orozco
mientras se recargaba en una de las sillas del desayunador.
—También nosotros.
—La situación no está para más hijos.
—Claro.
—Siempre he dicho que si vas a tener hijos es para darles lo mejor. No para
hacerlos sufrir.
—Por supuesto.
—A mí me da un poco de pena que esté ahí tan solo —comentó Lorena con
cierto pesar al ver el abandono en el que estaba el pequeño Osvaldo.
—No se preocupe, ya está acostumbrado. Si no me cree, pregúntele a Nicole.
Pero el gesto de la rubia del vestido blanco decía que si en algo estaba pensando
no sería en la triste situación de su hermano, sino en la posible lista de invitados
de su esperada boda.
—Tal vez sería bueno llevarlo a pasear. Se ve un poco pálido —se atrevió a
sugerir la señora Spears.
—¿Tú crees? Yo creía que ese era su color natural de piel.
—¿Ya le preguntó al doctor si es sano que esté todo el tiempo ahí encerrado?
La señora Aguilera miró a su hijo y por primera vez se preguntó si estaría
haciendo lo correcto. Después de todo, ella siempre se había considerado una
madre ejemplar, siempre preocupada por darles a sus hijos lo mejor.