Page 93 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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solidaria—. ¿No dice que la va muy bien como aeromoza?
—Le va de maravilla. Siempre me cuenta de los viajes que hace por el mundo,
pero también me comenta de todos esos pilotos guapos que conoce.
Susana no pudo reprimir una leve tosecita, que se apresuró a controlar, para
preguntar:
—¿Tiene miedo de que quiera huir en un avión con uno de esos capitanes
guapos?
—Peor que eso. Tengo miedo de que me la roben. —La pariente de Britney hizo
una pausa y miró hacia el pequeño sofá—. Dígame, comadre, ¿no es realmente
bonita mi Jennifer?
La muchacha, sentada a un lado de Nicole, era bella en verdad. Llevaba puesto
con orgullo su uniforme azul, y su abundante melena pelirroja se las arreglaba
para resaltar aun bajo el curioso sombrerito de sobrecargo.
Las dos amigas vieron a sus hijas y no pudieron evitar dejar que un silencio,
clara señal de contrariedad maternal, se instalara por todo el cuarto.
El primer espacio en aparecer en el tour fue la terraza, el orgullo de la señora
Orozco, donde una mesa blanca con su correspondiente juego de sillas permitía
las cenas al aire libre. Piso de madera de pino. Plantas en macetas de cerámica.
Halagos de la señora Ruiz. Plática informal:
—¿No te parece maravilloso que nuestras hijas se lleven tan bien?
—Apenas mi niña conoce a Emilia y ya dice que es la mejor amiga que ha tenido
en la vida —comentó feliz la señora Orozco.
—Así son las niñas. Se encariñan muy fácilmente.
—Casi desde el primer día no hablaba de otra cosa; que Emilia esto, que Emilia
aquello.
—Igual mi hija. “Mamá, vamos a casa de Natalia”. “Mamá, llévame a jugar con